sábado, 3 de abril de 2010

Un pasito pa' lante


Liberado del silencio, “pecado mortal que te condena poco a poco”, Ricky Martin borró con un mensaje dirigido a sus fans el espejismo sexual que lo mantenía adentro de su closet transparente. Es verdad que ésta era su canción “más cantada” desde sus primeros pasos en Menudo, hasta sus coreografías herederas del porno gay, su físico aceitado, y hasta la paternidad de los mellizos que hizo pública en 2008, sin madre a la vista. Pero ahora lo dijo. Quien augure que su carrera se va a pique y que se ha vuelto loco, loco, que mire las reacciones favorables del público. Y que no compre sus Memorias, si es que puede resistirse a la tentación.

La carta robada Hasta este lunes 29 de marzo el mundo se dividía en dos. Los que se mataban de risa de Ricky Martin y los que no. Los primeros disfrutaron de cada pluma caída, risa victoriosa ante la torpeza del encubrimiento, la adrenalina del cazador por la presa que se oculta tapándose los ojos. Los segundos están integrados por quienes no le encuentran gracia al tema, pero sobre todo, por las fans convencidas o ilusionadas con una heterosexualidad que las convierte en novias eternas. “Lo queremos más allá de lo que diga”, declaró una fan de la Argentina. Y atención, que no ha dicho “más allá de lo que sea”. Después de la buena nueva, en Facebook se armaron dos nutridos grupos: “Mujeres que sabían que Ricky era gay” y “Mujeres que no creen que Ricky sea gay”. Gabriela Otero, presidenta de otro club nacional comentó que muchos amigos le hacían bromas sobre la homosexualidad de su ídolo pero que ella nunca les creyó.

Es que existe, cuando hablamos de homosexualidad, una correspondencia directa entre el ser y el decir. Parece que no se es completamente hasta que no se enuncia en la página oficial, en primera persona. La obligación de definirse, rara forma del beneficio de la duda, es parte de una liturgia de negociación conocida como closet, aceptación, tolerancia. Lo que no aparece en la conjugación del verbo ser, pasa a formar parte de los indicios que manejan los testigos convertidos en gatos de Chessire.

Pero, alegría, por un rato el mundo se ha unido para leer la famosa carta, postear comentarios en Facebook, o escuchar cómo en los medios se multiplican los comentarios sobre cuántas personas gays hay en el mundo, cómo se sienten adentro del closet, si esto afecta una carrera y si se sufre mucho o no tanto.

Las palabras mágicas fueron "Hoy ACEPTO MI HOMOSEXUALIDAD como un regalo que me da la vida". Lo dijo así, en mayúsculas, haciendo uso del código que impone la grafía cíber y que los que saben entienden como un grito. Ricky Martin salió del closet, explicó por qué no lo hizo antes y por qué lo hace ahora. No lo hizo por presión y lo hace por sus hijos. Es una carta con seis párrafos pero se ha ocupado de ofrecer, vía mayúsculas, un mensaje cifrado para los lectores perezosos. Si de todo el texto seleccionamos lo que está en letras grandes queda lo siguiente: MUY MAL. NO MAS! BASTA YA! LAS COSAS TIENEN QUE CAMBIAR! ACEPTO MI HOMOSEXUALIDAD.

Para quienes siguen su salida vía Twitter, eligió una frase célebre de Martin Luther King que de hoy en más se le atribuirá sólo a Ricky: "Nuestras vidas empiezan a morir el día que callamos cosas que son verdaderamente importantes".

Se dirá que era un secreto a voces, que ya no es un acto tan heroico y que los tiempos han cambiado. El mismo Ricky lo admite en su mensaje: “Estoy claro que esto no se supone que pasara hace 5 ni hace 10 años atrás. Hoy es mi día, este es mi tiempo, mi momento”.

Sigue siendo heroico y claro que son otros tiempos, pensemos que muchos entendieron como salida del closet la presentación en sociedad de sus mellizos, cuando antes esto mismo se leía como signo innegable de heterosexualidad. El deseo de familia se ha vuelto “sospechoso”.

Los tiempos han cambiado pero todavía hoy, quien sale del closet necesita hacer unas cuantas concesiones, como las que el cantante hace en en su carta. Comienza el mensaje con una reflexión más que lógica: se disponía a escribir sus memorias, y de pronto se dio cuenta de que gran parte iba a tener que quedar afuera. La salida se debe entonces a una cuestión de páginas. Pero no. En el siguiente párrafo coquetea con el morbo homofóbico y hace referencia a “mi vicio”. Pero no es lo que piensan. Se refiere a su amor por las tablas. En la tercera blanquea los consejos de ocultarse que recibió de los que lo han querido bien y a continuación se pone a enumerar cosas que hoy le dan miedo. Desde la guerra hasta el hambre en el mundo, catástrofes que, comparadas con el miedo a la homosexualidad, son un poroto. Luego, llegan sus hijos. Ricky, que antes de esta salida dejó sin argumentos a ese precepto básico de la homofobia que opone familia a homosexualidad, recurre a sus hijos como escudo y causa. El mundo ha cambiado pero todavía se necesitan explicaciones. Aun no es posible, al menos así lo entendió Ricky, limitarse a decir lo que tan claramente gritaban sus mayúsculas.

Liliana Viola

La salidera
La confesión a cuentagotas viene de larga data: Elton John anunció primero que era bisexual en 1976, como quien va dando un primer paso. El segundo lo dio en 1984 al casarse con su mejor amigo e ingeniero de sonido, Renate Blauel, en una boda monumental el mismísimo 14 de febrero, día de San Valentín. Pero recién en los últimos años comenzó a hablar abiertamente de su sexualidad. Tal vez si Freddy Mercury hubiera vivido más, acaso podría haberle contado al mundo lo que no tantos sospechaban. En las entrevistas, siempre aseguró sentirse atraído por ambos géneros e incluso tuvo una novia, Mary, con quien salió durante seis años hasta que le contó su verdadera orientación. Su último novio, Jim Hutton, vivió con el cantante durante nueve años y lo cuidó en su agonía hasta la muerte, pero nunca abrió el juego a los medios ni a sus fans, que querían saber si había contraído HIV por una relación casual con otro hombre, como se dijo en ese momento.

Por recordar un caso más cercano, basta mencionar a Juan Castro. El periodista fue “escrachado” por Fernando Peña en su programa de radio, “como a mí no me da vergüenza ser puto, no tengo problema en decirlo”. Aunque Castro venía evadiendo la pregunta con reflexiones sobre el amor y la intimidad, tuvo que salir a reconocer los dichos de Peña, quien también repartió “buchanadas” para Oscar González Oro (con quien dijo haber coincidido en varias orgías), Sergio Company y Diego Ramos.

Otra salida de emergencia fue la de George Michael: en 1998 la Policía lo encontró teniendo relaciones con otro hombre, en un baño público. Un señor de la fuerza policial fingió el encuentro causal para enganchar al ídolo en una causa por exhibición obscena. Fue un come out forzado y tardío, pero George logró hacerles ole a todos los que esperaban una conferencia de prensa solemne o la reclusión en su mansión, conociendo su tendencia a la depresión. El video Outside recreaba el hecho mostrando a Michael a los besos de lengua con un policía y tras él, el cantante habló abiertamente de su sexualidad y formalizó su relación con Kenny Goss. “Cuando por fin revelé mi homosexualidad, ya había intentado de todas las formas posibles hacer ver a la gente que no me importaba ser gay, incluso me había dejado ese bigote ridículo un tiempo. No podía negar lo que publicaban los periódicos, simplemente no dije lo que esperaban oír. Que se metan por donde puedan el bigote, las fotos de mi ex novio que publicaron, todo; pero no me dio la gana de decirles ‘soy gay’ sólo porque era lo que ellos querían”, declaró en aquel momento.
Flor Monfort


Vengan conmigo
La revista Out, en mayo de 2007, publicó un largo análisis titulado “The Glass Closet”, una descripción sobre esas personas que en Hollywood estaban casi fuera del closet, o que vivían en un closet de cristal donde se transparentaba todo, es decir, que si bien no hablaban públicamente sobre su orientación sexual, al menos tampoco disfrazaban su vida, ni inventaban ser heterosexuales, y a veces mandaban mensajes (algo ambiguos, es verdad), como un guiño cómplice diverso. El caso paradigmático era Jodie Foster; su maternidad fue pública pero nunca habló de un padre; su frase al recibir el Oscar por El silencio de los inocentes creó escuela y tuvo una fuerza decisiva en su semivisibilidad lésbica: “Me gustaría agradecer a todas las personas en esta industria que han respetado mis elecciones y que no han tenido miedo de mi derecho a la dignidad y al poder”. Las cosas están dichas a medias, el muro de cristal sigue firme, casi blindado, aunque permite –más que ver– imaginar lo que hay detrás de esas palabras. Foster, al menos, tuvo la valentía de esa transparencia, mientras que las otras personas diversas, que están unidas a los afectos de miles de otras personas alrededor del mundo, guardan un silencio hermético, un closet impenetrable.

Ricky Martin era tal vez el más cristalino de los habitantes de ese closet poblado por unxs pocxs, como Jodie Foster. Era, decimos ahora, porque rompió el cristal, y es el primer cantante de fama planetaria que por propia voluntad sale para decirlo con todas las letras, sin escudarse en ninguna idea de ambigüedad, sin ninguna media verdad, y esperemos que sea un gesto alfabetizador, que haga escuela. Tal vez, como el caso de Clay Aiken, uno de los cantantes convertidos en celebridad por American Idol, la decisión de Martin tuvo que ver con ser un padre honesto y criar a sus hijos dentro de una ética de la verdad.

Pero también lo valioso de Ricky Martin, en el contexto de una industria musical que actualmente está en crisis permanente, debilitada económicamente por la piratería, la valentía de asumir su homosexualidad desafía aún más a las personas y empresas que piensan que la orientación sexual no hegemónica puede alejar a las sensibilidades mayoritarias. Pero su salida del closet por Internet, como una forma de visibilidad global, tuvo consecuencias inmediatas, según algunos datos que circularon: a los 676 mil seguidores de su cuenta en Twitter se sumaron decenas de miles tras la carta abierta sobre su orientación sexual. Esa adhesión instantánea contradice mucho las falsas paranoias que justifican el closet de muchas figuras internacionales. Por cifras como esa, la canción, por suerte, ya no es ni será la misma, será definitivamente diversa. Y ya no sólo los cánticos de la “vida loca” tendrán derivaciones obvias como himnos gay de liberación pop. También, a pocos meses del Mundial de Fútbol, que está entre los eventos masivos más heterosexistas, “La copa de la vida”, canción que fue himno oficial del Mundial de Francia 1998, que Martin entonaba con su particular homoerotismo festivo, tal vez inspire a más de un jugador para se ponga la camiseta de la diversidad en Sudáfrica. Lo cierto es que en un mundo de malas ficciones, donde la verdad tiene mala prensa y se la esconde por “piantavotos”, alguien salido de una boy band infantil, sumergido en el colmo del artificio efectista del pop latino, aunque ya sostenía una fundación para la lucha contra la injusticia social vinculada con la infancia (www.rickymartinfoundation.org), ahora hizo el gesto más político, en relación con la diversidad sexual, de los últimos años: se sacó la careta y dice lo que se le canta. Y ya queremos más, por eso esperamos ansiosos esa biografía que está escribiendo, porque ahora que se liberó la lengua seguro que cuenta más detalles y chismes que, como siempre, son la sal de la vida. Loca.
Diego Trerotola


Cantó todo
Un concienzudo y delirante análisis de las canciones de Ricky escuchadas ahora a la luz de su salida del closet.

Ante todo, sensatez. Las estrellas pop, especialmente las que entran en la categoría mega como Ricky Martin, no suelen escribir sus canciones. En general son grandes intérpretes, vehículos perfectos de hits diseñados a medida. Así que sobreinterpretar las letras de sus canciones como si se tratara de textos confesionales es un poco inocentón. ¡Pero lo haremos, qué importa! Es que desde que Ricky salió del closet –una salida poco sorprendente, pero no por eso menos impactante, porque de verdad son pocas las estrellas que se atreven– todo lo que su voz dice cambia de significado y de qué manera. Lo de Ricky era un secreto a voces, pero que no lo dijera le daba a su meneo de caderas cierta amargura porque (nos) recordaba que Ricky era ante todo una estrella latina y en estas tierras conservadoras todavía es muy difícil ser abiertamente gay y una superestrella (o una estrellita, vamos). Pero ahora que lo hizo se nos permitirá la sobreinterpretación, que nada agrega pero mucho divierte, y qué ganas de escucharlo cantar todo el repertorio de nuevo.

De “Livin’ la vida loca” poco diremos, para no derrapar hacia la obviedad (pero está claro que ese “loca” adquiere una muy otra dimensión). Vayamos a ejemplos más recónditos. “Asignatura pendiente”, por ejemplo. Esta balada está en el disco Almas del silencio (2003), que ya desde el título era sugestivo: ¿qué callaban esas almitas? La canción la escribió, pensando en Ricky, Ricardo Arjona. Sí: no pinta bien. Pero sin embargo atención: la letra es de una insatisfacción manifiesta. Ricky, con voz cansina, enumera todo lo que tiene y que no le alcanza: “Tengo millas de vuelo para ir a Plutón/ Tengo un club de fans en la Luna/ Una casa gigante que veo desde un avión/ Y en los ojos de algunos fortuna./ Un ejército de alcahuetes/ Una foto con Bush/ Una suite en el Waldorf/ Y más autos que amigos”. Van quedando cosas claras: poca gente es parte del círculo íntimo de Ricky (porque allí hay un secreto, podemos inferir) y todo el dinero le es insuficiente porque debe usar una máscara. ¿Y qué es lo que quiere, cuál es la “asignatura pendiente” del astro, qué lo haría feliz? Alguien a quien no puede olvidar, y dice: “Tu mano pequeña diciéndome adiós/ Esa tarde de lluvia en San Juan/ De los besos que llevo conmigo que son sólo tuyos y nunca te di/ Por andar ocupado en el cielo me olvidé que en el suelo se vive mejor/ Mi boricua, mi india, mi amor, mi asignatura pendiente”.

Los besos se los debe haber dado, a que no. Y no hace falta mucho ejercicio de imaginación para imaginar a ese puertorriqueño agraciado, saludando a Ricky bajo la lluvia, mientras él se va de gira y tiene que fingir amor y lujuria por muchachas en cada conferencia de prensa. La canción era buena, ahora es mucho mejor.

Continuemos con las baladas, porque allí está lo jugoso. “Fuego de noche, nieve de día”, entonces, del disco A medio vivir (título sugestivo, porque Ricky no era tan mayor cuando se editó en 1995, entonces no se refiere a la mediana edad, sino a vivir a medias porque hay una mitad oculta.) La canción, entonces: hay que pensar todo lo que sigue con un muchacho en mente, un muchacho que lo está volviendo loco a Ricky. “Antes de que empiece a amanecer./Y vuelvas a tu vida habitual./ Debes comprender que entre los dos./ Todo ha sido puro y natural.” Un paréntesis: ¿por qué hay que aclarar que “todo ha sido puro y natural” si no existiera el miedo de que fuera lo contrario? Esta no la escribió Ricky, como no escribió ninguna de las otras que lo hicieron famoso, pero qué astutos los letristas, eh. Sigue: “Tu, loca manía./ Has sido mía. / Sólo una vez./ Dulce ironía./ Fuego de noche, nieve de día”. Cae el sol y hay entrega, pero de día el señorito le da vuelta la cara. “Y mientras yo me quedo sin ti./ Como un huracán rabioso y febril. / Tanta pasión, tanta osadía oh, tú”. Así lo queremos, fogoso: es lindísimo Ricky, dichosos los que con él disfruten.

Otras canciones que cambian son un par de Vuelve (1998), el gran disco que tuvo a Robi Rosa como compositor (¿habrá pasado algo ahí? ¡Ojalá! Robi es heterosexual hasta donde se sabe, pero en realidad nunca se sabe con gente tan famosa). El estribillo de “Por arriba, por abajo” no necesita un solo comentario: “Por arriba, por abajo/ Calentitos/ Bien pegados/ Por arriba, por abajo/ Angelitos/ Sin pecado”. ¿Y es muy pronto para declarar a “Vuelve” un himno para cantar en alguna embriaguez de amor no correspondido? No, no es pronto: “....Fui yo a decirte que no/ Sabes bien que no es cierto/ Estoy muriendo por dentro/ Y ahora es que me doy cuenta/ Que sin ti no soy nada./ He perdido las fuerzas/ He perdido las ganas/ He intentado encontrarte/ En otras personas/ No es igual/ No es lo mismo/ Nos separa un abismo/ Vuelve, que sin ti la vida se me va/ Oh, vuelve que me falta el aire si tú no estás/ Oh, vuelve, nadie ocupará tu lugar/ Sobra tanto espacio si no estás/ No paso un minuto sin pensar/ Sin ti la vida lentamente se me va”. Otra canción fantástica, por cierto.

Tampoco se abundará aquí sobre “Tal vez”, otra cuasi confesión de Almas del silencio y aquel estribillo que empieza con “Tal vez me sorprendió la vida por la espalda”. No hay que ser soez: es una metáfora de lo repentino e inesperado (tal vez). Mucho mejor, y con esto se termina, es volver a escuchar “La bomba” (otro megahit de Vuelve, escrito por Rosa) y bailar en festejo por la libertad de Ricky. Es muy obvia “La bomba”, vean si no: “Es una bebida que va cambiando tu vida/ Una gotita de nada/ Te vuelve loca/ Loca divertida/ Agua de risa/ Con unas gotas de rosa/ Y una aceituna sabrosa/ Y en lo caliente/ Esa es la bomba”.

Y ahora a esperar con ansias el primer disco después del closet, ahora que Ricky es la primera estrella gay de pop latino. Porque, de verdad y sin ironía, va a ser un momento importante.
Mariana Enriquez


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