martes, 29 de diciembre de 2009

Alex y José María, marido y marido


La pareja de hombres que el 1º de diciembre no logró casarse en Buenos Aires, pese al fallo judicial que lo ordenaba, pudo hacerlo ayer en Tierra del Fuego. La gobernadora Fabiana Ríos firmó un decreto para autorizarlo. Cómo se gestó el inédito matrimonio.

Apenas pasadas las cuatro y media de la tarde de ayer, Alex Freyre y José María Di Bello se convirtieron en esposos ante la ley. El primer matrimonio entre personas del mismo sexo reconocido legalmente por la Argentina fue, también, el primero de Latinoamérica, y el último celebrado este año en el Registro Civil de Ushuaia. Los cónyuges cerraron, así, un diciembre que había comenzado con una boda civil detenida a último momento por recursos judiciales impulsados desde el integrismo católico. La libreta a nombre de Freyre y Di Bello fue posible gracias a la decidida intervención de la gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, quien autorizó el casamiento mediante un decreto, que reconoce el fallo de la jueza porteña Gabriela Seijas e invoca la Constitución Nacional.

La ceremonia, cuya sola posibilidad de realización se mantuvo en secreto hasta que su comienzo fue inminente, tomó por sorpresa a los propios contrayentes. “Nos enteramos de que podíamos casarnos sólo tres horas antes” del turno en el Registro Civil, contó a Página/12 Freyre, mientras él y su flamante marido eran las estrellas indiscutibles de los canales de noticias, las radios y los sitios de Internet argentinos y extranjeros. Los novios mantuvieron tan en secreto la posible boda que ni sus propios familiares estaban al tanto de lo que podría suceder. Sí, en cambio, estaban sobre aviso, y conjurados para evitar boicots de último momento, quienes oficiaron de testigos: el titular del Inadi, Claudio Morgado; la representante provincial del organismo, Emilce Conejero; la presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt), María Rachid, y el secretario de Comunicación fueguino, Leonardo Gorbacz. También fueron de la partida el vicepresidente de Inadi, Pedro Mouratian, y la abogada del Inadi y la Falgbt Carolina von Opiela. “La homofobia ha sido tan despiadada y tan humillante con nosotros que no queríamos pasar por eso otra vez, preferíamos resguardar nuestro derecho. Ahora llegaremos a Buenos Aires y celebraremos en familia”, explicó Freyre a este diario, al tiempo que confirmaba que hoy, a las 11, él y su esposo darán una conferencia de prensa en el hotel (heterofriendly) Axel. “Queremos contar, educar, informar y también alentar a todas las parejas de gays y lesbianas. Queremos que vean que es posible, que nuestros derechos valen, que no somos ciudadanos de segunda. Que no se dejen convencer de que es amoral o inmoral esto, porque es todo lo contrario.”
En vísperas

Hace poco más de una semana, “José María me preguntó si todavía quería casarme con él, y le dije que claro que sí”, recordó Freyre en conversación telefónica desde la ciudad más austral del mundo. Es que en ese momento, para Freyre y Di Bello casarse era todavía más una expresión de deseos que una posibilidad cercanísima. La planificación de una serie de actividades sobre prevención de VIH que el Inadi realizará en los próximos meses había llevado a la pareja, que milita activamente en foros del organismo, hasta Ushuaia. Una vez planteada la idea, explicó Di Bello, se tramitó el cambio de domicilio, requisito indispensable para pedir turno en el Registro Civil. “Cuando pedimos fecha para casarnos, el Registro nos la denegó por escrito. Por eso nuestra solución fue iniciar un recurso extraordinario, en el que pedimos a la provincia que se cumpla con nuestro derecho”, explicó Freyre durante sus primeras e híper mediáticas horas como cónyuge legal de quien fuera su novio durante años.

El 22 de diciembre fue la fecha clave, puntualizó Carolina von Opiela, la abogada de la Federación y el Inadi que viajó hasta Ushuaia llevando textos legales y algunas estrategias en la manga. Ese día, el martes pasado, al recibir la negativa oficial comenzó a correr la cuenta regresiva. Mientras Freyre y Di Bello permanecían, con el perfil más bajo posible, en la fría Ushuaia, donde pasaron Nochebuena y Navidad, se pensó echar mano de recursos administrativos. “Cuando alguien no está de acuerdo con una respuesta que le da un organismo, uno puede ir a su superior jerárquico para reclamar –dijo la abogada von Opiela–. Acá recurrimos a la decisión del Registro Civil de Tierra del Fuego, que tiene como superior directo al Poder Ejecutivo. Presentamos un recurso jerárquico, que así se llaman, para que la gobernadora resolviera si los chicos se podían casar o no. En la presentación, planteamos la sentencia de Seijas, que está firme y consentida por el gobierno porteño, y también le presentamos el amicus curiae del Inadi. Además, el Inadi presentó una nota en la que ponía en conocimiento de lo sucedido a la gobernadora y le sugería que les diera el permiso. Y la gobernadora, luego de que los abogados de la gobernación emitieran un dictamen favorable, decidió a favor del casamiento. Firmó el decreto.” El ajuste final de las piezas, especialmente en lo referido a las actuaciones administrativas que incluían la firma de la gobernadora Ríos, sucedió, vertiginosamente, a lo largo del día de ayer.
Famosos y recién casados

“Por nuestro trabajo, conocemos las diferentes provincias y sabíamos de la voluntad política de Fabiana Ríos de apoyar la igualdad legal para todas las personas, y en particular su posición en cuanto al matrimonio”, recordó Freyre al explicar por qué, de todas los distritos del país, veían más posible el apoyo de Tierra del Fuego. En las jornadas prematrimoniales, los recién casados habían sido reconocidos por la calle; ayer mismo no paraban de recibir saludos, y hasta pedidos de autógrafos. “La provincia ha sido muy cálida con nosotros”, contó Freyre. ¿Habrá festejo? “Danos unos días para hacer una fiesta como se merece el amor.”

MARIA RACHID, PRESIDENTA DE LA FALGBT
“Un avance de nuestros derechos”


“La verdad es que lo personal es político y para mí esto es un logro político y personal al mismo tiempo, que tiene que ver con el avance de nuestros derechos”, evaluó María Rachid al anochecer, mientras se encaminaba hacia el aeropuerto para regresar a Buenos Aires. Agregó la presidenta de la Falgbt que el matrimonio “no ocupa un lugar muy importante en mi vida personal, pero sí importa” en lo que refiere a la igualdad jurídica, porque “es un reconocimiento del Estado a la igualdad social, que sí es una preocupación más importante”.

–¿Qué significa, entonces, ampliar el matrimonio?

–Lo más importante es el reconocimiento de derechos. Aunque en mi vida personal no genera demasiado cambio, sí esos derechos concretos son necesidades en la vida de mucha gente. Y además, la igualdad jurídica nos permite trabajar por la igualdad social, que va más allá de casarse o no. En realidad, que el Estado reconozca la igualdad ante la ley nos permite trabajar por otros derechos en cuanto a violencia y discriminación. Siempre recuerdo a los grupos que luchaban en Estados Unidos en contra de las leyes de apartheid, que obligaban, por ejemplo, a que las personas negras viajaran en la parte de atrás del colectivo. La lucha no era por un lugar distinto en el colectivo, sino por la igualdad. Por eso insistimos con que queremos los mismos derechos con los mismos nombres, y no derechos especiales para nosotros, como la unión civil. Queremos la igualdad.

–¿Qué influencia puede tener el casamiento de Freyre y Di Bello?

–Suceden varias cosas. Primero, que cuando un derecho se aprueba, muchas veces se construyen prejuicios y mitos alrededor de ese avance. En España, antes de la ley de matrimonio para personas del mismo sexo, había un 60 por ciento de aprobación social, y ahora, ya aprobada y puesta en práctica, tiene 80 por ciento de apoyo. Lo que sucede, cuando se aprueban ese tipo de avances, es que se ven los prejuicios que hay alrededor. Y si esto continúa por la vía judicial, va a generar desorden e inestabilidad jurídica, producto de que hay gente que va a poder acceder a casarse y gente que no, de acuerdo con el juez que le toque y la provincia donde viva. Aquí la encuestas dan un apoyo superior al 70 por ciento, antes de aprobado. Eso es consenso social.

–¿Qué esperan en los próximos meses para los proyectos de ley?

–Una cantidad importante de diputados y senadores apoyan el matrimonio para todos. Incluso el propio Macri había llegado a hacerlo. Es cuestión de tiempo que en el corto plazo se apruebe el matrimonio y la Corte Suprema se expida.


Soledad Vallejos


“Una obligación legal”

La gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, explicó a Página/12 por qué permitió el casamiento de la pareja de Alex y José María. Su decreto sólo se refiere a este caso.

“No hice más que cumplir con mi obligación legal”, sostuvo Fabiana Ríos, gobernadora de Tierra del Fuego, sobre la decisión por la cual esa provincia se convirtió en la sede del primer matrimonio civil entre personas del mismo sexo celebrado en América latina. La obligación legal a la que se refiere la gobernadora es la de obedecer las decisiones judiciales, en este caso la de la magistrada porteña Gabriela Seijas, que había declarado la inconstitucionalidad de los artículos del Código Civil que impedían el matrimonio de Alex Freyre y José María Di Bello. Los contrayentes adujeron ese fallo al interponer, ante la negativa a casarlos del Registro Civil provincial, un recurso administrativo que la gobernadora resolvió en su favor mediante un decreto. La decisión de la gobernadora, al igual que la de la jueza Seijas, se refiere específicamente a este caso: otras dos personas del mismo sexo que pretendieran casarse en Tierra del Fuego no tendrían respuesta favorable, a menos que pudieran esgrimir un previo fallo judicial que lo avalara.

Por decreto 2996/09, con fecha de ayer, la gobernadora “ordena a la Dirección Provincial del Registro del Estado Civil y Capacidad de las personas brindar turno y celebrar el matrimonio de los recurrentes Alejandro Daniel Freyre y José María Di Bello, habilitando para ello días y horas inhábiles”. Esa disposición “sólo podrá tener efectos favorables a los recurrentes”, es decir, no equivale en modo alguno a una aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo en la provincia.

Según explicó a este diario la gobernadora Fabiana Ríos, “Freyre y Di Bello solicitaron turno para casarse en el Registro Civil provincial. Uno de ellos había hecho recientemente el cambio de domicilio, por lo cual cumplían el requisito de que uno de los contrayentes resida en la provincia; tenían hechos también los análisis prenupciales. Pero en ese momento el Registro Civil provincial respondió negativamente, ya que los solicitantes no habían presentado todavía la constancia del fallo de la jueza Gabriela Seijas”. (Esta magistrada porteña, el 11 de noviembre pasado, había declarado la inconstitucionalidad de los artículos 172 y 188 del Código Civil “en cuanto impiden que los señores Alejandro Freyre y José María Di Bello puedan contraer matrimonio”.)

Ante la negativa del Registro Civil de Tierra del Fuego, Freyre y Di Bello presentaron un recurso jerárquico ante la gobernación provincial, “donde incluyeron la constancia de aquel fallo de Seijas”, subrayó la gobernadora. El decreto 2996/09 dispuso “hacer lugar al recurso jerárquico”, ya que “existe sentencia judicial firme para garantizar la celebración del matrimonio” y fundado en “la normativa vigente en materia de derechos humanos, garantizando el derecho a la igualdad de los recurrentes”; el decreto se atiene a la recomendación de la Secretaría Legal y Técnica provincial.

Fabiana Ríos destacó que “habiendo una sentencia judicial firme, negarme a que se realizara la acción hubiera implicado arrogarme facultades judiciales; la inconstitucionalidad del Código Civil, para el caso de esta pareja ya estaba sentenciada por la Justicia, sin perjuicio de que, en la ciudad de Buenos Aires, otra decisión judicial (la de la magistrada Marta Gómez Alsina) había suspendido la ejecución del acto”.

En septiembre pasado, Fabiana Ríos, junto con tres legisladores nacionales fueguinos, habían presentado ante la Corte Suprema un amicus curiae, un recurso en apoyo de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, en una causa en la que dos mujeres solicitan el derecho a casarse.

Pedro Lipcovich


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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ya hay matrimonio gay en América latina


La capital mexicana se convirtió en la primera ciudad latinoamericana en dar lugar al casamiento entre personas del mismo sexo. Ya contaban con la unión civil. También se eliminaron las trabas para que las parejas gay puedan adoptar.

La Ciudad de México aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, en la primera legislación de ese tipo en América latina. La Legislatura del DF sancionó la ley con 39 votos a favor, 20 en contra y cinco abstenciones. Luego de cuatro horas de discusión, la izquierda, representada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), logró aprobar la norma, pese al profundo rechazo del conservador Partido de Acción Nacional (PAN) y la Iglesia Católica. “Hay que festejar. Es un avance social y cultural que viene a refrendar una deuda histórica que hay con la comunidad gay”, aseveró Antonio Medina, un activista de ese colectivo y representante de Notiese, una agencia especializada en información sobre derechos sexuales. La ley suscitó el festejo de las numerosas personas homosexuales que acompañaron la sesión. Afuera del recinto legislativo numerosas parejas se besaban, y un grito fue repetido decenas de veces: ¡Sí, se pudo!

Esta ley se presenta como un antecedente en toda América latina, ya que la Ciudad de México se convierte en la primera de toda la región en establecer un marco legal para dar luz verde al matrimonio gay. Hace dos años, la capital mexicana había reconocido los derechos de las parejas homosexuales mediante una “ley de convivencia”, una unión civil que equiparaba en general sus derechos a los de las parejas heterosexuales.

El proyecto aprobado ayer incluye reformas a seis artículos del Código Civil de la capital mexicana, entre ellos, el número 146, que establece que “el matrimonio es la unión libre entre un hombre y una mujer”. En su lugar fue modificado por “la unión libre entre dos personas”. Otro de los artículos modificados y que arrastró una profunda discusión es el 391, que refiere a la adopción, a la que también podrán acceder las parejas del mismo sexo. Este último punto fue duramente cuestionado por los sectores conservadores. Entre las reformas se incluye también que las concubinas y los concubinos tienen derechos y obligaciones recíprocos, al modificar el artículo 291 bis y el que permite constituir el patrimonio familiar.

Las reformas serán publicadas en la Gaceta del Distrito Federal y quedarán promulgadas para que a partir del primer trimestre de 2010 puedan celebrarse los primeros matrimonios gays en la ciudad capitalina. Así, las primeras bodas podrían registrarse a partir de febrero, una vez cumplido el plazo legal de 45 días para la publicación de la norma.

La ley ya es un hecho para la capital mexicana. Pero en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), donde fue aprobada, el debate no fue sencillo. La propuesta fue impulsada por los partidos de izquierda, el PDR, que gobierna la capital desde 1997. Tiene amplia mayoría en el legislativo local y se había comprometido con la aprobación de la ley, fuertemente repudiada por el PAN, partido al que pertenece el presidente mexicano, Felipe Calderón, y la Iglesia Católica. Así, la disputa entre ambos sectores fue ardua.

Frente a la negativa de los sectores de derecha, Medina señaló. “Esperamos que los conservadores no logren revertirla con una demanda ante la Corte Suprema de Justicia”.

Respecto de los recientes logros de una larga lucha, el diputado del PRD Víctor Romo afirmó: “Durante siglos, leyes injustas prohibieron los matrimonios entre blancos y negros o indios y europeos, se prohibió el amor extranjero (...), hoy todas esas barreras han desaparecido”.

En América latina las uniones civiles están reconocidas en Uruguay, Colombia y Buenos Aires, además de Ciudad de México y el estado mexicano de Coahuila (norte). En relación con el antecedente que deja la promulgación de la ley mexicana, María Rachid, presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt), informó: “Es un avance importantísimo. Esto va a ayudar a que todos los países de América latina reflexionen sobre el tema. Y para que la Argentina reconozca la igualdad jurídica de todas las personas, como lo garantiza la Constitución”.

En Buenos Aires, en noviembre, la jueza Gabriela Seijas había declarado que es inconstitucional impedir el matrimonio entre personas del mismo sexo y autorizó a casarse a Alex Freyre y José María Di Bello. Sin embargo, no pudieron hacerlo porque la Justicia nacional lo impidió. De haberse concretado esta unión, hubiese sido el primer matrimonio gay de toda Sudamérica.

“Esperemos que no bien comience a sesionar el Congreso se pueda tratar la modificación del Código Civil”, afirmó Rachid. Y resaltó: “No se trata sólo de derechos civiles, sino que es una cuestión de dignidad”.

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sábado, 12 de diciembre de 2009

El viejo truco del gatopardo


Una secuencia del documental The Celluloid Closet, que analiza la representación de la diversidad sexual en el cine, centra su mirada en los típicos personajes maricas del viejo Hollywood, esos vestuarista y coreógrafos con mucha pluma, esos mozos y mucamos de afectación grácil, esos secundarios y figurantes que invertían toda su energía maricona en las pocas líneas que el guión les dejaba pronunciar. Palabras más o menos, la mayoría de lxs entrevistadxs del documental aclaran que ése era un arquetipo negativo, homofóbico, hasta que irrumpe el testimonio de Harvey Fierstein y, con su típica sonrisa XL de dientes separados, dice que a él no le molesta el personaje de la marica, y concluye: “Tal vez sea porque yo soy marica”. El genio Fierstein quebraba el lugar común, ese que castiga a toda representación marica, y les daba una sonrisa brillante para que tengan, guarden y repartan. ¡Gracias offBroadway por inventar a Harvey Fierstein!, gracias por este puto que cree que la verdad se ilumina con strass y lentejuela o con ese plateado de las paredes de la Factory de Warhol y que funciona como espejo deformante: es ese brillo que refleja la diferencia. Si representar a una marica en cine, o en cualquier otro medio, es homofóbico, ¿retratar a un homosexual masculino es gay friendly? A los que les molesta el puto teatral y afeminado, ¿no son los que defienden una concepción disciplinaria del género? ¿No son los que dicen que, se tenga la orientación sexual que se tenga, el hombre tiene que ser esto y la mujer aquello, y cada participante en su debido casillero? La lección sonriente de Fierstein se puede extender para pensar que la representación de cualquier identidad marica no es el problema, sino que lo homofóbico aparece por el lugar que esa marica ocupa en la jerarquía de la representación, en el juego cinematográfico. Las películas del viejo Hollywood eran homofóbicas por el lugar que tenía la marica, por su rol servil, secundario en la trama, y no porque los personajes sean afeminados hasta la hipérbole. ¿Acaso no queremos tener derecho a ser putos, tortas y trans sin límites, ahí hasta donde el ser nos alcance, hasta donde nos dé el cuerpo y el alma?

Más que ninguna otra película, Brüno, la creación del actor inglés Sacha Baron Cohen, vuelve a poner al exceso marica y a su representación, en el eje de la discusión. Porque Brüno es la película protagonizada por un gay más taquillera en su estreno estadounidense, superando por mucho a la remake de La jaula de las locas, con Robin Williams y Nathan Lane en 1996. Más de una década pasó para que una película con una estrella haciendo de gay seduzca a un público amplio. Brüno retrata al fashionista austríaco homónimo, con el estilo semidocumental que Baron Cohen ya había probado en Borat, su película anterior. Brüno tiene un programa de TV sobre moda y vive en Viena con su novio pigmeo, con el que exhibe sus gimnásticas prácticas sexuales, que incluyen una botella de champagne como dildo y varios aparatos y trajes estrambóticos. Abandonado por su novio y echado del mundo de la moda y del programa por un escándalo, Brüno se muda a Los Angeles para tratar de ser una estrella de cine, pero en realidad se termina burlando del american way of life, especialmente del culto a la fama. Baron Cohen repite su humor políticamente incorrecto, se esfuerza por molestar, revelando lo incorrecto y lo correcto de la sociedad estadounidense. Por un lado, participa en una marcha religiosa antigay esposado a su pareja leather o se besa con otro hombre frente a un grupo de fanáticos homofóbicos de la lucha libre. Pero también usa a un grupo de obreros mexicanos como si fueran muebles o adopta a un “niño africano” que usa como mascota. Se puede sostener que no hay un plan ideológico, que el personaje no pone en escena un programa político claro, sino que es el soporte de un humor que sirve no sólo para épater la bourgeoisie sino también para shockear al antiburgués. No parece estar mal confundir un poco, ver realmente de qué lado estamos en ese zigzag, dudar si somos lo mismo o lo otro. Pero según avanza la película, la posición se vuelve demasiado clara, porque Brüno invierte todo su potencial en producir el chisteshock pero usa lo campmarica como mero instrumento para producir grotesco que le garantice el éxito, la fama. Y ahí se acaba su sátira y se ven los hilos. No es que el resultado sea homofóbico, es que sólo es gay friendly: su alianza positiva con lo gay tiene que ver con producir un efecto, un plusvalor, un argumento de venta de entradas. Al poder maricaglamtrash le gana el valor del shock. Y al ritmo de la mala televisión periodística, donde el reality se vuelve entretenimiento sin glamour ni densidad sociológica, la película duplica el molestar, produciendo guarangadas geniales y no tanto, volviéndose un chiste contando mecánicamente demasiadas veces. Así, frente a la desidia de la película, lo marica del personaje y de la película vuelven a ocupar un lugar lateral, para que el viejo chiste fácil tenga el protagonismo que le garantice la celebridad de la taquilla. Así el estudio Universal, productor de Brüno, pone a la loca en el mismo lugar que el viejo Hollywood. Y justo ese mismo lugar tiene hoy mi héroe marica Harvey Fierstein, que hace más de una década que no le dan más que roles secundarios en cine.

Diego Trerotola
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Mi pasado no me condena


El Teje, primer periódico travesti latinoamericano, salió a la calle una vez más, y ya van cinco. En este número, la chica de tapa es nada menos que Isabel Sarli, símbolo de la carne y del fuego, de la fiebre y de la desnudez llevada a su potencia más trans. Lo que sigue es apenas un adelanto de la extensa entrevista donde Marlene Wayar consigue que la diosa Sarli hable de su pasado y de tantas cosas que tenemos en común.

Cualquier similitud con vuestras vidas es mera coincidencia, y me parece necesario advertirlo. A las lectoras travestis, les cuento que encontrarme con la señora Isabel Sarli me remitió a un momento, entre tantos, con otras travas, en los que la identificación es lo que más se pone en circulación. La Coca nació en Concordia, en la provincia de Entre Ríos, el 9 de julio de 1935 y la vida la trajo a Buenos Aires como siempre, como a todas, en busca de luz y de libertad para comer. Su madre enfrentó la maternidad abandonada por un tipo al que la Coca todavía manda, literalmente, a la mierda. Algo que muchas de nosotras y otras y otros deberíamos hacer. Coca ganó el concurso Miss Argentina 1955 antes de la caída de Juan Perón, poco después comenzó su carrera cinematográfica con su mentor y el amor de toda la vida: Armando Bo. Viajó por toda Latinoamérica y por el mundo grabando películas, recibiendo premios y honores por ser pionera en protagonizar películas eróticas. Realizó el primer desnudo total del cine argentino en el film El trueno entre las hojas, y de allí en más la fama, con todo lo que conlleva, para terminar viviendo en una gran casa que aloja desde hace mucho tiempo a ella, a su hija Isabelita, su hijo Martín y a una incontable sucesión de mascotas como perros, gatos, loros, papagayos y tortugas a los que cobija con el mismo amor. Enseguida, el primer guiño travesti: la señora nos invita a mantener una entrevista por teléfono. Coqueta, si va a exponerse a la mirada del otro tiene que montarse a full (...)

Coca, usted se vino para Buenos Aires de muy chica. ¿Sufrió mucho?

—No. No, porque yo tenía tres años cuando vine con mi mamá aunque tuve un hermanito que después murió; murió a los cinco años, era un año menor que yo.

Eso es tremendo. Pero se lo pregunto porque, en general, las chicas que vienen a Buenos Aires, tanto las travestis como las mujeres en prostitución, cargan con el tema del desarraigo.

—Mi madre es la que, claro, sufrió mucho. Se llamaba María Elena Sarli, era napolitana, fue una luchadora que vino al país con sus hermanos en pañales y ellos se pusieron a trabajar la tierra en Concordia. Mi padre, un tal Gorrindo, un día se fue a Montevideo a buscar trabajo, dijo. Pero no volvió más. Mi mamá se vino para Buenos Aires conmigo y mi hermanito. El nene se murió. La única amiga que tenía ella le robó de la valija la poca plata que le quedaba y no tenía ni para comprar un cajón para enterrar a mi hermanito. Fue muy triste, el municipio le dio un cajón que a la primera palada de tierra hizo craaajjjj y se rompió. Ella lo sufrió mucho, por eso le digo: ¿cómo voy a perdonar a ese “hache de pe” que tuve de padre? No puedo. Tampoco me gusta hablar mucho de él. No quiero.

¿Cómo hizo para formarse en medio de todo?

—Cuando era jovencita me preparé para trabajar como secretaria porque sabía que iba a ganar bien. Luego, el destino me cambió la vida pero yo aprendí a escribir a máquina, hice taquigrafía, inglés en la Cultural Inglesa, sabía todo eso. Empecé a hacer fotos de publicidad, y hacía tantas que tuve que dejar el trabajo de secretaria. Y sí, durante un tiempo mientras trabajaba de secretaria, corría a hacer las fotos de noche, volvía a mi casa tardísimo, cansada que no daba más. Tomaba el tren en Retiro, viajaba hasta Belgrano, había nueve cuadras desde la estación, a veces tenía para pagarme el colectivo y otra veces no. De chica siempre cuidé mucho el dinero. Cuando iba al colegio, mi mamá me daba plata para tomar el tranvía o el colectivo y yo me guardaba los 10 o 15 centavos que podía juntar para ir al Cine Park el fin de semana, que era un cine que estaba en plaza Italia. Ibas y veías cuatro o cinco películas por 60 o 70 centavos, te hablo de cuando era una muchachita, ¡allá lejos y hace tiempo!

¿Cómo empezó con la publicidad?

—Por una agencia que publicitaba los barcos de Dodero hijo, la flota en la que estaban el barco “17 de Octubre”, el “María Eva Duarte” y el “Juan Domingo Perón”. Había fotos mías en los camarotes, en la piscina, en todos lados. Y luego hice fotos para la maquina de escribir Remington. Por suerte, empecé a trabajar mucho en gráfica y ya no pude seguir con lo de secretaria.

¿Cree que construyó una familia no tradicional?

—Sí —dice—, estando sola. Martín estuvo con nosotros desde chiquito. Mientras mamá vivía teníamos la guarda, pero luego muere mamá, muere Armando y yo decidí adoptarlo. Y lo mismo con Isabelita, o sea que soy una mujer sola, pero tengo los dos hijos, ¿no? Pero me costó muchos años porque es mala la ley de adopción, hay que arreglarla. Es muy tremenda. ¡Ay cómo te hinchan las visitadoras! A ver, qué pasa, qué cuántos baños, que esto, que lo otro. Tengo una casa grande en Martínez. Un día, no sé, desde acá, desde la ventana del primer piso, escucho que me llaman. “¿Pero otra vez estás acá?”, digo yo. “Queremos saber cuántos baños hay en la casa”, me dijeron. “Mirá m’ hija, acá lo que sobran son baños, lo que falta es gente”, así le grité, tipo villera, desde arriba.

Es de explosiones muy espontáneas, ¿no?

—Sí, siempre he sido así, desciendo de napolitanas, no te olvides, por parte de madre.

Parece ser así, nomás. La definen las cosas, como a muchas de las travas que tienen pocas pulgas para las disquisiciones teóricas. Ella se ancla en sus propias anécdotas. La tarea de extraerle algo nuevo, no publicado, es cada vez más difícil. Los racontos tienen, sin embargo, un trasfondo de una ética de lo cotidiano.

Yo la quería mucho a Sophia Loren —me dice—, nos conocimos en el Festival de Berlín, pero no le perdoné que ella hubiera perdonado a su padre. El padre las abandonó, a ella, a la madre y a la hermanita María, a las tres. Y ella después lo perdonó. No. Yo no, que se vaya a la mierda, perdoname la palabra.

No, es la palabra perfecta, le digo y pienso en que muchas veces son los padres los que expulsan a las chicas de sus casas. Vuelvo a la Coca, pienso que logró superar a las travas: la mayoría actúa con la misma sinceridad; te espetan lo que piensan y chau, procesalo. Están paradas en la esquina y se ponen a laburar, qué tanta disquisición moral, si la panza tiene que llenarse hoy y no sólo la propia. Y Coca quizá lo hizo desde un lugar muy de trava también. No por el hambre propio, porque tenía su trabajo y no ambicionaba lujos, sino por el hambre de Armando Bo, el hambre de ser director y de conseguir alguien que le posibilite su arte. Parece haber estado dispuesto a todo pero, claro, no tenía ese cuerpo voluptuoso ni llegaría a tenerlo. Ella se entrega, se hace su material de trabajo. Tímida, como lo ha dicho hasta el hartazgo, la solución se la propone Armando: fueron las mentiras. Filmó su primer desnudo creyendo que saldría muy de lejos. “Armando me hizo ver una película de Fellini —dijo alguna vez—, que no recuerdo cuál era, y yo le dije que no iba a hacer un desnudo como ése. Como no conocía las cámaras, la filmaron a una supuesta distancia que no fue tal. Más adelante no hay mentiras pero la solución será el alcohol y más precisamente el whisky”. ¿Les recuerda algo, mis queridas? Superar la tarea apoyadas en algún desinhibidor. Isabel logró separar los ámbitos: no se llevó el whisky a todos lados.

Pregunto de nuevo. ¿Nunca reconoció a su padre?

—No, mi querida, no, no. El murió en Canadá, me han contado. Pero no, yo nunca quise saber nada. Una vez, Néstor Romano, que es un periodista, me dijo: “Usted sólo escucha la campana de su mamá, tiene que escuchar la otra”. “Pero no”, le dije. “Yo escucho la de mamá porque es la verdadera, no me cambie la cosa”, así le dije cuando escribió un libro sobre mí, una biografía. Hizo una mía y otra de Mirtha Legrand, habíamos trabajado en La dama regresa. ¿Te acordas de Néstor Romano, no? Murió hace unos años.

Honestamente, no. ¿Pero usted nunca se llevó por lo que se comentaba...?

—Me decían, algunas, que cómo con un hombre casado. Bueno, pero fue mi amor. Yo, casado o no casado fui muy feliz con él. En esos años, en los que una era tan señalada, ¿no? A Armando lo conocí en el 56 y estuve con él hasta que falleció, esta noche es el aniversario, esta noche a las tres y cuarto son 28 años que Armando murió.

¿Cómo lo conoció?

—En un programa de televisión en el que se elegía Miss Argentina. Yo le tenía que dar la coronación a Doris del Valle, que salió miss ese año 1956 y fue instantáneo. No sé, no me gusta hablar de mis cosas, ya vos sabés todo lo que pasó. Son 25 años y cuatro meses que nos conocimos. Lo quise, lo quiero y lo querré.

Murió en sus brazos y frente a Teresa, su mujer legal, ¿no?

—En la casa familiar y en mis brazos, sí.

¡Eso es lo que nos habla de cómo pensar otras familias posibles! Donde todo sume y no reste. Usted, con Teresa, ¿no se odiaban?

—No, pero yo nunca la había vuelto a ver, nunca. No visitaba la casa. No me hacía la amiga. Una vez, con Armando, íbamos a leer el libro de una película, ahí la conocí y después nunca más pisé la casa hasta el día que él ya estaba muriendo. Empecé a ir poquitos días antes, con Juanita Martínez.

Pero entonces, para usted, ¿se pueden pensar otras familias?

—Bueno, por lo menos, lo mío fue así, mi destino. ¿Qué vamos a hacer?

Marlene Wayar
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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Néstor saca al kirchnerismo del placard


No alcanza para saber si el oficialismo impulsará o no en el Congreso el proyecto de ley que habilita a dos personas del mismo sexo a contraer matrimonio. Pero casi. El jueves pasado, Néstor Kirchner se manifestó en privado a favor de la iniciativa que impulsa desde hace décadas la comunidad homosexual. En el día de su debut como diputado, el ex presidente se lo comunicó a un grupo de sus pares en una reunión informal que se realizó en el bloque del Frente para la Victoria.

“Quiero que sepan que estoy a favor del casamiento entre homosexuales”, dijo. Entre los diputados que lo escuchaban estaban Remo Carlotto, María Lenz, Adela Segarra y Juliana Di Tullio, la presidenta de la comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de Diputados. Di Tullio fue una de las impulsoras del proyecto de ley que, el mes pasado, naufragó en la Cámara baja antes de ser sometido a votación. Kirchner llegó acompañado por el jefe de la SIDE, Héctor Icazuriaga, y por uno de sus secretarios. Saludó a los presentes y se sentó en un sillón. Por alguna razón, el ex presidente se preocupó por dejar en claro su posición un rato antes de bajar al recinto para asumir, por primera vez en su vida, una banca en el Parlamento.

El propio kirchnerismo había trabado, un mes atrás, una propuesta a favor del matrimonio gay. Ahora, la señal en sentido contrario del jefe político busca, según interpretaron en el Congreso, impulsar proyectos que conquisten el respaldo del heterogéneo bloque de centroizquierda que acaba de ingresar a Diputados.

Según le dijeron a Crítica de la Argentina dos testigos presenciales, se trató de una charla breve que no excedió los cinco minutos. Kirchner explicó que su respaldo al proyecto era “político y filosófico” y sostuvo que estaba “basado en el derecho”. Según los diputados que lo escuchaban apeló a un razonamiento de sentido común. “No hay razón para que un sector de la población tenga más derechos que otro, el reclamo es absolutamente justo”, sostuvo.

En el oficialismo, consideran que el respaldo del ex presidente al reclamo histórico de la Comunidad Homosexual Argentina y la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans allanará el camino para que la mayor parte del bloque oficialista –hasta ahora remiso– se comprometa con la iniciativa. Según coinciden en las distintas bancadas, el matrimonio entre personas del mismo sexo es uno de los temas –no son muchos– en los que la posición no viene prefigurada por la pertenencia a un espacio político sino por la formación ideológica y religiosa.

El proyecto se frustró el mes pasado cuando el oficialismo se negó a aprobar el dictamen en la comisión de Legislación General, que presidía Vilma Ibarra, una de las impulsoras del proyecto. Allí, el Frente para la Victoria contaba con más de la mitad de los miembros de la comisión, pero pocos estaban de acuerdo con modificar los artículos del Código Civil que se refieren al “matrimonio entre hombre y mujer”. Por esos días, el argumento oficialista era que sería rechazado en el recinto. “Cuando nosotros llevamos un proyecto al Congreso es porque se aprueba”, le dijo entonces a este diario un legislador oficialista.

En realidad, en los distintos bloques del Congreso son más los que rechazan el matrimonio gay pero se pronuncian a favor de la unión civil, vigente en la Ciudad y en algunas del interior. Las diferencias no son pocas: el casamiento habilita el acceso a la adopción, la pensión en caso de fallecimiento, el crédito conjunto, la herencia, el régimen patrimonial, la licencia por enfermedad del cónyuge y otorga ventajas impositivas. De cualquier manera, el respaldo “político y filosófico” al que se refirió el santacruceño se inscribe en una estrategia de mediano plazo que tiene en la mira a las bancadas de la centroizquierda.

La nueva coyuntura puede llevar al oficialismo a presentar propuestas más allá de que logren o no su aprobación. Eso marcaría el surgimiento de un kirchnerismo de corte testimonial que se manifieste a favor de ciertas causas y responsabilice a la oposición por el fracaso de iniciativas progresistas. Un kirchnerismo con poco de Kirchner.

Un reclamo y los intereses políticos

Los tiras y aflojes alrededor del matrimonio homosexual estuvieron desde sus comienzos atravesados por los enfrentamientos políticos. La disputa se aceleró luego de febrero de 2007, cuando la Justicia comenzó a analizar los primeros recursos de amparo presentados por las parejas que buscaban casarse. Cuando el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, sorprendió a propios y ajenos con la decisión de dejar sin apelar un fallo a favor del matrimonio gay, la tormenta política se instaló en la ciudad.

Los sectores de PRO identificados con el pensamiento de la Iglesia Católica elevaron sus quejas, al igual que el propio cardenal Jorge Bergoglio. Sin embargo, una presentación de abogados católicos volvió a trabar la autorización judicial. Y esta vez el gobierno porteño evitó interceder. El kirchnerismo porteño aprovechó para acusar a Macri de lavarse las manos en un acto donde estuvieron la legisladora electa María José Lubertino y los diputados nacionales Remo Carlotto y Claudio Morgado. Nadie recordó entonces las trabas que el propio gobierno nacional había sembrado contra el proyecto en el Congreso.

Diego Genoud
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martes, 8 de diciembre de 2009

No a la Unión Civil


Hay una mayoría clara de ciudadanos heterosexuales. Hay una minoría de ciudadanos que no lo son. Tanto entre quienes son heterosexuales como entre quienes no, hay ciudadanos que se quieren casar y otros que no. Por la Constitución Nacional, todos deberíamos ser iguales ante la ley. Sin embargo, si un ciudadano desea casarse, el Estado lo obliga a que sea de manera heterosexual, estableciendo así una diferenciación clara. Los ciudadanos heterosexuales pueden casarse de acuerdo a sus deseos; los homosexuales, no.

¿Por qué?

Porque el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer.

El Sol siempre giró alrededor de la Tierra y era de una obviedad concluyente: bastaba levantar la vista y ver el Sol que iba de este a oeste cada día. Aristarco de Samos, 200 años antes de Cristo dijo que siendo el Sol, a ojo de buen cubero, más grande que la Tierra, quizás fuese al revés. Copérnico, en el siglo 16 llegó a medir distancias y volúmenes y concluyó que, pese a lo que se veía, la Tierra giraba alrededor del Sol. Johannes Kepler perfeccionó la idea al advertir que la trayectoria de los planetas era elíptica, no circular. Galileo Galilei descubrió los satélites que giraban alrededor de Júpiter y pensó que quizás entonces Júpiter y sus satélites eran un modelo del sistema solar.

La Tierra, entonces, contra toda evidencia, empezaba a girar alrededor del Sol.

La Biblia decía otra cosa y el Vaticano intentó tapar la realidad con el mensaje del orden natural, de que siempre había sido así. Dicen que Galileo no pronunció la famosa frase “Y sin embargo se mueve” cuando lo amenazaron con quemarlo vivo si no desmentía sus investigaciones. En realidad, no hacía falta.

Se movía igual.

Giordano Bruno, al que la santa iglesia católica apostólica y romana quemó vivo por decir que la Tierra no era el centro del universo, sí le dijo a su Papa asesino: “Tiemblan más ustedes al anunciar esta sentencia que yo al recibirla”. Los dueños del orden natural no están cómodos cuando su orden se demuestra falso.

Que el matrimonio es la unión entre hombre y mujer es algo que ha resultado tan natural que mucha gente no se lo ha cuestionado jamás y les resulta increíble que se cuestione. Pero se cuestiona. En los últimos años, un número cada vez mayor de personas, acá y en todas partes, lo cuestiona.

¿Cómo fue que llegamos a esto?

Cuando en pleno pánico por el mundo nuevo que aparecía gracias a Colón, Lutero y Gutenberg (quienes descubrieron consecutivamente que el mundo era geográficamente distinto a como se pensaba, que podía ser pensado en otra clave religiosa y que todos podían llegar a saberlo gracias a la imprenta) la Iglesia Católica llamó al Concilio de Trento (1545-1546), que perfeccionó el de Letrán, de 1215, en donde instrumentó la Contrarreforma, determinando el eje moral de los próximos quinientos años. Allí se reafirmó que todo el sexo que no tuviera un fin reproductivo era un “pecado nefando”. Nefando es aquello de lo que no se puede hablar. Si no se puede hablar no existe. El matrimonio no se constituyó naturalmente entre un hombre y una mujer. Fue una decisión política de la institución más poderosa del mundo de hace 500 años, mantenida a tortura y hoguera. Se persiguió no sólo otro tipo de unión, sino aun hablar de su existencia.

Es increíble que mucha gente crea que esto es “natural”.

Al “no existir” no heterosexuales al momento de desarrollar los códigos civiles, los legisladores ni consideraron la posibilidad de que aquellos que no existían tuvieran derechos. En ese tiempo, en ese contexto, se entendía. Era como legislar para marcianos. No había marcianos. Todos eran heterosexuales.

Pasó mucha sangre bajo el puente. La Tierra siempre giró alrededor del Sol, aunque no fuese evidente. Nunca en el mundo hubo sólo heterosexuales, aunque no fuese evidente.

Recién a fines del siglo XX la humanidad empezó a ver que en la naturaleza hay también hombres y mujeres homosexuales. Hay bisexuales. Hay transexuales. Hay transgénero. Y eso es lo que se sabe hasta ahora. O mejor, lo que yo sé hasta ahora. Todos nacimos de la unión de un óvulo y un espermatozoide, por lo tanto todos somos iguales.

Exigirle al Estado el mismo derecho a todos los derechos, no es sólo cuestión de derecho, es cuestión de igualdad.

No se puede aceptar una legislación especial.

No puedo aceptar ser un kelper en mi país.

Y los ciudadanos del país no deberían aceptar que hubiera kelpers.

Si los heterosexuales tienen posibilidad de gozar y sufrir de matrimonio y unión civil, no hay ninguna razón para que los que no somos heterosexuales debamos conformarnos con unión civil solamente. Los mismos derechos, con los mismos nombres, si es cierto que debemos ser iguales ante la ley.

No sé si quiero casarme, no tengo la oportunidad de saberlo.

Hoy, mientras el Estado me lo prohíba, sólo puedo decir que no puedo casarme.

Para los no heterosexuales, decir “no me quiero casar” es mentira. Si los no heterosexuales lo decimos, es sólo el síndrome de la zorra que dice que no le gustan las uvas, porque no las alcanza. No querer casarse es un privilegio de heterosexuales. Un privilegio que no les molesta tener y que quieren mantener a toda costa, incluso aquellos a quienes les fue mal en el matrimonio, como la señora Michetti. Está de moda ahora en cierta progresía quejarse: “¿Al final tanto lío para terminar pidiendo por una institución que ya demostró su fracaso en todos los frentes?”.

No es cierto. El matrimonio es muchísimo menos importante que la igualdad. Pero la igualdad lo incluye. Los heterosexuales tienen un privilegio por el solo hecho de serlo. Contra eso luchamos.

Al animarnos a enfrentar el mandato “nefando” muchas cortinas se descorrieron. Nuestras familias, amigos y compañeros de trabajo supieron que no había nada que ocultar. Que podemos ser buenas o malas personas, pero que en eso nada tiene que ver nuestra sexualidad. Hoy la sociedad sabe que no hay diferencias de valor entre un heterosexual y alguien que no lo es. Lo comprueba a diario. Entonces ¿qué esperan?

Todo está al revés y un gobierno de derecha que alguna vez trató a los homosexuales de enfermos (no) toma una medida progresista mirando las encuestas y acepta el reto de una autoridad religiosa y casi lo desafía, pero al final, como es costumbre en su gestión, muestra atroz incapacidad política y todo queda en nada. Un gobierno autotitulado progresista aplaude el papelón de la derecha sin hacerse cargo de impulsar la ley que termine con la desigualdad, excepción hecha de alguna gente del Frente para la Victoria que puso el cuerpo desde el principio, como Juliana Di Tullio, Tito Nenna y pocos más. Las organizaciones de defensa de los derechos de las minorías sexuales bardean (bien) al gobierno de derecha pero no al gobierno supuestamente progresista entre otras cosas porque muchos son dependientes económicamente de ese gobierno. ¿Por qué un gobierno autotitulado progresista que se lo pasó gobernando con las encuestas en la mano, en este caso, las desoyó? ¿Tanto miedo le tienen a la Santa Inquisición? ¿Alguien duda de que si la Presidenta en lugar de disfrazarse de apicultora de luto para ir a saludar al Santo Bagre, hubiera levantado el teléfono y lo hubiera insinuado, ya tendríamos la ley?

No nos vamos a conformar con unión civil porque no hay una sola razón para que el Estado mantenga la diferenciación de derechos entre quienes son heterosexuales y quienes no lo son.

Los no heterosexuales tenemos que poder decir: “Sí, no quiero”.

Las leyes deben ser para todos, no puede importar si uno es heterosexual o no.

No nos subestimen, no estamos pidiendo sólo el derecho a casarnos, aunque también lo exigimos. Estamos pidiendo ser legalmente iguales.

¿Tanto cuesta entenderlo?

El Estado privilegia a los heterosexuales por sobre los homosexuales. La única razón es que son mayoría. Permitirlo es seguir asegurando que el Sol gira alrededor de la Tierra.

Osvaldo Bazán
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martes, 1 de diciembre de 2009

Aullido de placer


Junto con sus amigos Jack Kerouac, Gregory Corso, William Burroughs y Gary Zinder, Allen Ginsberg definió la estética de la generación beat en los años ’50: modernos, descarriados, anarquistas de la palabra, buscadores de tesoros sexuales en las rutas americanas. Quería ser Dios, quería ser el ser más brillante de América y logró las dos cosas a su manera. Lo que sigue es un adelanto de la histórica entrevista concedida a Lawrence Grobel en 1985 que la editorial Belacqva acaba de publicar completa en el libro Una especie en peligro de extinción. Doce escritores hablan sobre su oficio, sus ideas y su vida.

Norman Mailer escribió una oda a usted en la que decía: “A veces creo que ese pequeño bastardo judío, esa horrible marica judía, es el hombre más valiente de América”. ¿Qué pensó al leer eso?

–Me gusta Norman. Es todo generosidad y energía, y es muy amable, pero eso fue un poco histérico. ¿Por qué creyó que yo era valiente? ¿Tenía algo en su interior que tenía miedo de mostrar? Ser coherente con uno mismo, con tu cuerpo y tus sentimientos no es gran cosa. Es más fácil que dividirse en dos y convertirse en un esquizofrénico. Desde el punto de vista de la represión puede parecer valentía.

También parece ser un poeta a tiempo completo. ¿Fue necesario, en San Francisco, acudir a un psiquiatra para liberarse de cualquier sentimiento de culpa por no tener un trabajo convencional?

–Fue un poco más complicado. Me preguntó qué quería hacer, en 1945, y yo dije que me gustaría mudarme con Peter, dejar mi trabajo y dedicarme sólo a escribir. Y él dijo: “¿Entonces por qué no lo hace?”. Yo dije: “¿Qué me pasará cuando sea viejo y tenga manchas de pis en mi ropa interior y nadie me quiera? ¿Qué me pasará si me aíslo de la vida normal?”. Y él dijo: “Oh, no le pasará nada. Debería hacer lo que quiera”. Yo dije: “¿Qué diría la Asociación Americana de Psicoanalistas?”. El dijo: “No hay una línea oficial de partido”. Y eso tenía sentido: no había tal línea oficial. Todos somos libres de escoger y crear nuestras vidas con cierto juicio e inteligencia, hacer lo que crees en lugar de asumir la autoridad de una Asociación de Psicoanalistas, un papa, un presidente, un general, un capitán de la industria, incluso un artista o un gurú, a pesar de todo, tienes que hacer lo que creas que es correcto.

¿Ha pagado usted un precio muy alto por su forma de vida? Ha dicho que la homosexualidad ha sido como un koan, un acertijo zen para usted.

–Bueno, debe de haber sido así, porque de lo contrario no lo habría dicho. ¿Me está preguntando qué quise decir con eso? Que me apartó de la mayoría de la gente y me hizo cuestionar mi propia identidad y preguntarme quién soy, es un koan célebre. Un koan es un acertijo relacionado con la mente, personalidad, ego que te hace explorar la naturaleza de la propia conciencia.

¿Cuánto coraje fue necesario para reconocer en público su homosexualidad?

–Ninguno. Más bien diría que necesité mucho coraje para mantenerlo en secreto. Es como ir por ahí mintiendo constantemente. Te provoca una crisis nerviosa. Cuando a los 18 años le dije a Kerouac que era gay dejó de parecerme un problema.

¿Cómo reaccionó Kerouac?

–Refunfuñó y supo que habría problemas. Yo les gustaba a Kerouac y a Burroughs, y ellos me gustaban a mí. Kerouac se quedó un poco angustiado e incómodo porque yo lo quería y finalmente acabamos en la cama juntos algunas veces. El era muy ambivalente con eso, y básicamente heterosexual. No quería que lo agobiara con mis necesidades, pero por otro lado era muy solidario. Así que, dada la cercanía que todos sentíamos como escritores, el mundo exterior donde todo el mundo estaba encerrado en el armario parecía una maníaca carrera de ratas, inquietante. Yo no me sentía inquieto porque aquélla era mi naturaleza, pero sin duda había una situación represiva en la que la gente tenía un amor que no osa decir su nombre. En eso había algo malo, algo realmente enfermo. Pero yo me sentía en una situación perfectamente sólida. Especialmente después de leer a Walt Whitman, que tenía los mismos sentimientos que yo.

Usted empieza su poema “Many Loves” así: “Neal Cassady fue mi animal: me ponía de rodillas y me enseñaba el amor de su pija y los secretos de su mente”. Después describe una excitante noche que pasó con él en 1946.

–Me alegro de que se excitara.

El quería complacerlo y usted cometió un error. ¿Cuál fue ese error?

–Lo está sacando de contexto, lo cual lo hace sensacionalista, no es que no lo sea. No es que esto no sea pero lo está aislando. Déjeme leer el final:

“Levanté los muslos y me bajé los calzoncillos hasta las rodillas/ y me incliné para quitármelos./ Y él me alzó de su pecho, y se inclinó para hacer lo mismo con sus pantalones./ Humilde y sumiso y obediente a su humor nuestro silencio./ Y desnudo al fin con el ángel & griego & atleta & héroe y hermano y niño de mis sueños,/ yazgo con mi pelo mezclado con el suyo mientras él me pregunta:/ ¿qué debemos hacer ahora?/ Y confesó años más tarde,/ penando el que yo no era marica al principio para complacerme y servirme,/ chupármela y hacerme acabar, quizás, o si yo fuera marica eso es probablemente lo que hubiera querido de un cantón idiota como él./ Pero cometí mi primer error,/ y lo hice,/ entonces y allí, mi dueño,/ y bajé la cabeza, y sosteniendo su nalga,/ tomé su pija en erección y la sostuve, sintiendo el pulso y apretando la mía contra su rodilla y jadeando le mostré que lo necesitaba, la pija, para mis sueños de insaciabilidad y de amor solitario. Y allí yací desnudo en la oscuridad soñando”.

¿Me pregunta cuál fue el error? Ser demasiado explícito, en lugar de juguetear con él para lograr que me la chupara, fui y se la chupé a él, y desde entonces nuestros papeles quedaron establecidos.

En una carta a Cassady, usted le dice: “Siempre estaré solo hasta que muera y viviré atormentado mucho después de que me dejes”.

–Es cierto. Eso probablemente se pueda aplicar a todo el mundo, pero llevaré solo la cruz si nadie más lo hace.

¿Siente que siempre ha estado solo?

–Por supuesto. ¿Usted no? ¿No lo siente todo el mundo? Estamos solos. Morimos solos. En nuestro lecho de muerte, ¿cree que vamos con nuestros novios y novias, productores de Hollywood y abogados? Estamos en nuestro lecho de muerte todo el tiempo.

¿Se siente mal por no haber tenido hijos? Eso le habría permitido quizás estar menos solo.

–A veces sí. Sin duda. Pero no estoy seguro de tener el deseo de tener todo lo que acompaña al hecho de tener hijos. Sería muy difícil. Tendría que tener una casa, una esposa, y eso implica mucho trabajo
.
En una ocasión quiso escribir un poema largo con los nombres de todas las personas con las que se acostó. ¿Sería muy largo?

–Ya me he olvidado de toda la gente, de modo que ya no es posible.

¿Cuántos polvos del siglo se ha echado?

–No lo sé. A veces pienso en eso y no me acuerdo. He escrito un aparte importante de ese poema, pero tratándose de personas vivas no quiero exponerlas a mis chismes, es demasiado morboso. Es una cuestión estética. Además siento afecto por varios hombres heterosexuales y he mantenido algunos romances, lo cual hace un poco más difícil ser francos. Es el caso de, por ejemplo, Peter Orlosvsky.

¿Puede un hombre tener relaciones homosexuales y ser considerado heterosexual?

–Sí, heterosexuales en el sentido de que no preferirá sobre todo experiencias gays. La gente que prefiere sobre todo experiencias heterosexuales es heterosexual. Hay una infinita variedad entre medio. Según Kinsey, casi todo el mundo lo hace todo en un momento u otro. Dijo que la mayoría de los hombres ha tenido un orgasmo o más con hombres y que la mayoría de las mujeres ha tenido orgasmos con mujeres, y que el número de personas que siente constantemente atracción por las personas de su mismo sexo es de un 5 o un 10 por ciento.

Usted no ha llevado una vida exclusivamente homosexual, ha hecho el amor con mujeres...

–Bueno, ellas me han hecho el amor a mí. He estado enamorado de mujeres, sí. Y me he acostado con ellas.

Usted ha dicho que podría hacerles el amor a muñecas de peluche rubias y calientes. ¿Cómo le suena esto ahora?

–Bastante atractivo.

¿Fue promiscuo después de hacerse famoso como poeta?

–Más. Más promiscuo. La gente sabía quién era yo y quiénes eran mis amores. Y a veces se identificaba y a veces era más fácil hablar con toda claridad porque lo esperaban. Si me gustaba un chico podía hablar con él perfectamente y declararle la atracción que sentía y esperar tener suerte.

Usted ha sido muy elocuente respecto de los placeres del sexo anal.

–Hablé de ello en una entrevista en Playboy porque creía que había llegado el momento de que cierta exploración de esa zona se llevara a cabo abiertamente, porque es la zona de mayor miedo y la mayor ansiedad del machismo. Es también la situación menos horrible y menos aterradora.

¿Es posible alcanzar un orgasmo anal?

–Yo no soy capaz. No es que no lo haya intentado, pero todo el mundo tiene un equilibrio fisiológico distinto. Alguna gente cuando tiene un orgasmo se tensa y alguna gente se relaja. Burroughs ha dicho que ha visto a Dios en el agujero de su culo en el fogonazo del orgasmo. Ese es el simbolismo de las escenas de ahorcamiento en El almuerzo desnudo, el orgasmo involuntario: mira, sin manos.

¿Han cambiado sus hábitos sexuales desde que el sida se convirtió en una enfermedad tan extendida?

–No han cambiado mucho, porque me he estado acostando sobre todo con hombres heterosexuales.

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