domingo, 15 de febrero de 2009

El comandante del Castro


En 1978, Harvey Milk, el activista gay más importante de los Estados Unidos, fue asesinado en San Francisco junto al entonces alcalde George Moscone, y el crimen marcó y despertó a una generación. Ahora la importancia como militante por los derechos civiles del político llega por fin al cine comercial de la mano de Gus van Sant, el director de Mi mundo privado y Elephant, que en su regreso al cine mainstream lo eligió como protagonista de su film biográfico Milk, que compite por el Oscar a Mejor Película y cuenta con una enorme actuación de Sean Penn. Aquí reproducimos fragmentos de uno de los discursos más famosos de Harvey Milk, que se conoce como “Hope”, es decir, “Esperanza”, pronunciado poco antes de su muerte.

Mi nombre es Harvey Milk y vine a reclutarlos.

¿Por qué estamos aquí hoy? ¿Por qué están aquí tantos gays? ¿Qué está pasando?

Quiero explicarles por qué es importante que haya candidatos gays y que se elijan gays. Hay una razón y es muy importante, y creo que si mis amigos y votantes que no son gays la entienden, también van a entender por qué me presenté tantas veces, hasta llegar.

Hay una gran diferencia, una diferencia que sigue siendo vital, entre elegir a un amigo de los gays y elegir un gay. Los gays fuimos calumniados a nivel nacional. Nos emplumaron, nos acusaron de pornógrafos, de ser abusadores de menores. No alcanza con tener amigos en el poder, por más buenos amigos que sean.

La comunidad negra lo entendió hace tiempo: los mitos contra los negros sólo pueden ser contestados por líderes negros elegidos por el voto, para que la comunidad negra sea juzgada por esos líderes y no por sus criminales. Los hispanos no pueden ser juzgados por los mitos o los criminales. Los asiáticos no pueden ser juzgados por los mitos o los criminales. Y ya es hora de que los gays no seamos juzgados por los mitos o los criminales.

Como todos los demás grupos, tenemos que ser juzgados por nuestros líderes y por los que salieron del closet. Si somos invisibles, quedamos en el limbo, gente sin familia, sin padres, sin hermanos ni amigos, sin profesiones. Un buen porcentaje de esta nación queda así compuesta por estereotipos de potenciales abusadores de menores. La comunidad negra ya no es juzgada porque tenga amigos sino por sus legisladores y líderes. Tenemos que darle a la gente la oportunidad de vernos por nuestros legisladores y nuestros líderes. Un gay elegido puede marcar la agenda, ganarse el respeto del país en general y de los jóvenes en nuestra propia comunidad que necesitan ejemplos y esperanza.

Los primeros gays que elijamos tienen que ser fuertes. No se pueden conformar con sentarse en última fila. No pueden conformarse con que les den las sobras. Tienen que estar por encima de la trampa y la dádiva. Tienen que ser, por nuestro bien común, independientes e incorruptibles. La frustración que sentimos es porque no nos entienden, y los amigos no llegan a sentirla. Pueden verla en nosotros, pero no pueden sentirla. Porque un amigo nunca salió del closet. Yo me acuerdo cómo fue mi salida del closet y cómo me encontré con que no tenía modelos.

Y no puedo olvidarme de qué cara tiene alguien que perdió la esperanza. Sea gay, sea viejo, sea un negro buscando un empleo que no está, sea un latino tratando de hacerse entender en una lengua que le resulta extranjera. Y hablo en primera persona porque estoy orgulloso, orgulloso de estar aquí frente a mis hermanos y hermanas gays, orgulloso de ustedes. Es hora de que tengamos varios legisladores que sean gays y estén orgullosos de serlo, que no se queden en el closet. Creo que un gay no tiene que evadir sus responsabilidades y tener miedo de que lo saquen de su puesto.

Los gays de aquí y de todo el país, los jóvenes que están saliendo del closet y escuchan a la derecha religiosa por los medios, lo que necesitan es esperanza. Ustedes tienen que darles esperanza. Esperanza de un mundo mejor, un mañana mejor, un lugar adonde ir si las presiones en casa se hacen insoportables. No sólo para los gays sino también para los negros, los latinos, los viejos, los lisiados... Si ustedes ayudan a elegir más gays, les estarán mandando una clara señal a los que se sienten afuera, una señal de que es posible avanzar. Si un gay puede, las puertas están abiertas para todos.

Harvey Milk

Vida y obras
Harvey Milk fue el primer hombre gay elegido para un cargo público en los Estados Unidos; fue supervisor en San Francisco (una suerte de concejal) en 1977, cuando era alcalde George Moscone, después de tres intentos fallidos. Sus intensas campañas, su estilo confrontativo y simpático le ganaron la calificación de “populista gay” y de “alcalde del Castro”, barrio donde inició su carrera cuando ya tenía más de 40 años. En sus 11 meses en funciones logró, entre otras cosas, hacer pasar una ley que prohibía la discriminación laboral por orientación sexual, y más tarde aplastar en elecciones a la Iniciativa Briggs (o Propuesta 6), que exigía prohibir que las personas homosexuales fueran maestros o profesores (una campaña de la derecha religiosa que agitaba la bandera de asimilar homosexualidad con pedofilia como fantasma más importante).

Harvey Milk y el alcalde Moscone fueron asesinados el 27 de noviembre de 1978 por otro supervisor, Dan White, un joven ex policía y ex bombero. Durante la noche del crimen, la ciudad vivió una impactante vigilia con velas que demostró –por si hacía falta– el afecto de la comunidad por el supervisor, y lo mucho que había cambiado la ciudad de San Francisco, desde entonces ejemplo mundial de tolerancia. Dan White fue llevado a juicio, y tuvo una condena efectiva de apenas 5 años; sus abogados sostuvieron que el ataque de ira había ocurrido por un abuso de comida chatarra (!!!) que habría disminuido sus facultades racionales. La absurda condena y la más absurda defensa iniciaron una revuelta en el Castro que se extendió al resto de la ciudad y pasó a la historia como “Los disturbios de la noche blanca” (White Night Riots): 3 mil personas pelearon hasta el amanecer con la policía, y la ciudad de San Francisco sufrió un millón de dólares en pérdidas materiales. Dan White se suicidó a los 39 años, poco después de salir libre de prisión. La vida y la militancia de Harvey Milk fueron documentadas en The Major of Castro Street (1982), la biografía escrita por el periodista gay Randy Shilts (autor de la impactante y clásica investigación sobre los primeros años del sida Y la banda siguió tocando) y The Times of Harvey Milk, documental de Rob Epstein que ganó el Oscar en 1984. Después de años de idas y vueltas, Gus van Sant logró llevar la historia al cine mainstream con la biopic Milk, que se estrena la semana que viene y compite por el Oscar a Mejor Película. La actuación de Sean Penn como Milk es medida, impecable, valiente. Lo acompaña un elenco sobrio que forma un conjunto casi ideal: James Franco y Diego Luna interpretan a dos de sus parejas en diferentes momentos de su vida, Josh Brolin se carga la difícil tarea de interpretar al asesino Dan White, y el joven Emile Hirsch impresiona en su creación de Cleve Jones. El crecimiento de ese personaje, de jovencito prepotente y callejero a militante y compañero de Harvey Milk (que lo formó en la política) está narrado con gran inteligencia. Cleve Jones fue, años después, el creador de la San Francisco Aids Foundation y del NAMES Project AIDS Memorial Quilt: un gigantesco tapiz conformado por miles de más pequeños paneles-tapices personalizados hechos de ropa, peluches, perlas, plumas, telas, sábanas o cualquier otro género. Cada uno lleva el nombre del ser querido que ha muerto víctima del sida y lo confeccionan parejas, amigos y familiares. El tapiz completo hoy pesa 54 toneladas y es el objeto de arte popular y colectivo más grande del mundo. Rob Epstein también hizo un documental sobre este proyecto, Common Threads: Stories From The Quilt y ganó su segundo Oscar, en 1989.


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