sábado, 17 de diciembre de 2005

Sexo en las Fuerzas Armadas


HE RECIBIDO NOTICIAS Y COMENTARIOS SOBRE QUE ESTE ARTICULO ES UN PLAGIO SOBRE OTRO DEL CUAL DESCONOZCO SU AUTORIA Y QUE TAMPOCO HE PODIDO LEER AUN. SI ALGUIEN SABE SOBRE EL ARTICULO ORIGINAL Y DESEA COMPARTIRLO, O SI ALGUIEN SE SIENTE ESTAFADO POR ESTA PUBLICACION Y CONSIDERA QUE DEBO BORRARLO, POR FAVOR LE PIDO QUE ME INFORME... CHARLANDO SE ENTIENDE LA GENTE...

Entre la tropa la consigna es "dejar ser". Cada uno de los soldados del Ejército Argentino sabe lo que hace con su sexualidad, tanto en los días francos como en los cuarteles o las soledades de la sierra, del desierto o donde el destino te lleve. Las prácticas en silencio, ocultos de la disciplina militar, los hace más vulnerables a las relaciones sexuales desprotegidas.

"Yo no soy maricón. Yo me cojo a los maricones. Para que no me dé SIDA, acabo afuera". Ariel sonríe orgulloso, convencido con la lógica de su razonamiento. Entrevistado en el centro cerca del edificio Libertador, el joven soldado acepta que sabe usar un condón, pero que prefiere no usarlo. "Mira, sí lo uso, pero la verdad a veces ando tan borracho que ni se me para y si se para, cuando entra se me vuelve a bajar; por eso prefiero sin condón. Total, no tardo mucho y... prefiero así".

Ariel habla disimuladamente. Se abre, pero no pierde la compostura, el aire marcial y masculino de su papel de soldado. La vida militar parece peleada con la idea de que en sus filas existan personas homosexuales. En el medio castrense, vinculado a la idea de rudeza, honor, disciplina, valor y heroísmo, lo masculino es el valor supremo. Esa sola idea hace que los altos mandos cierren los ojos a las formas sexuales en que los varones expresan su masculinidad en un espacio cerrado como el cuartel.

Las prácticas sexuales entre varones no están reconocidas, lo que sí es bien conocido es la severidad de los castigos impuestos a quienes se sospecha tienen relaciones homosexuales, sea dentro o fuera de las instalaciones militares. La sanción suele ser la expulsión coincidieron algunos entrevistados por quien escribe estas líneas, pues se transgreden los códigos de lealtad, honestidad y honra que promueven las instituciones militares.

Para el sexólogo Daniel Castro, autor del libro "Entre hombres, sexo"
la sexualidad de las personas que están confinadas al encierro, como podrían ser los soldados o marinos que se desplazan constantemente, tiende a expresarse a través de acercamientos físicos y emocionales, que cubren su necesidad de afecto y que fácilmente pueden avanzar a la vinculación erótica. Una situación sigue a la otra, uno no puede estar mucho tiempo sin tener un roce, un abrazo, alguna expresión de afecto.

"Muchos hombres viven una vida heterosexual, aunque sus prácticas sexuales las ejerzan esporádicamente con personas de su mismo sexo. Eso no quiere decir que sean homosexuales, mucho menos que se asuman como tales. Una cosa es la práctica erótica y otra la orientación erótico-afectiva".

A pesar de que las normas escritas y no escritas en las instituciones militares prohíben las relaciones amorosas y sexuales entre sus miembros, el encuentro homo erótico en ámbitos de convivencia masculina, "es más abierto y más fluido de lo que suponen los modelos tradicionales".

Confianza en la raza

Núñez Noriega, autor del libro Sexo entre varones, ha expuesto en conferencias universitarias la experiencia de un ex militar, quien habla de las experiencias que vivió con su mejor amigo en el Ejército, su "CUAS" (compañero único a seguir, término militar para designar a la "pareja militar"). Juntos pasaron los rigores del entrenamiento, "lo peor del trabajo en el monte o en la selva", mientras hacían campaña contra los narcotraficantes, las soledades, la necesidad afectiva, etc. Esas circunstancias los unieron, constató la fuente de Núñez: "Tu CUAS se vuelve tu alma gemela, es capaz de dar la vida por vos y vos por él". Muchas veces pensas que al otro día tenes que hacer un operativo y tal vez no vuelvas, esa noche con tu familia e hijos lejos, queres vivirla lo mejor posible, porque puede ser la última, me dice Ariel.

Sobre su vida sexual, comenta que en las estancias de meses juntos, compartiendo destinos inhóspitos, casas de campaña y caminos, es normal que los soldados se aparten un poco para masturbarse o que incluso lo hagan en grupo, "por ganas, porque te gusta pajearte, por necesidad, porque le tienes confianza a la raza". Otros más se apartan en pareja y "la raza ya los deja ser". "Dejar ser explica Núñez es una divisa entre los amigos en el ejército que constantemente se expresa como fórmula de respeto y como complicidad afectiva".
-Que es la raza? -pregunto.
La raza - dice Núñez- tiene que ver con todo lo que hace a la institución, con lo tácito, con aquello que se sabe pero de lo que no se habla. Todos saben en que andan todos, pero nadie lo habla.

Sobre las relaciones de penetración, el ex soldado señaló: "Sí, nos dábamos la cola, de onda nomás. Pero no creas que algo sale de acá con nombre y apellido, o sea el rollo era que me puerteaba (estimularse eróticamente a través de la colocación del pene en el vestíbulo del ano, sin llegar a una penetración mayor) primero un rato y acababa allí y luego yo, o al revés. Pero todo por abajo. Todo quedaba entre nosotros. Nomás de camaradas, de onda. Hace un tiempo en un destino, nos mandaron otro camarada que era, decíamos, delicado, de buena familia y estudios, pero cuando quedamos solos los tres en la campaña, se notaba que era muy femenino, lo adoptamos como mujer, nos lo curtíamos los dos, por separado o juntos, la mayor parte de las veces juntos, cuando lo hacíamos por separado siempre había quilombo. Nos hicimos inseparables, los tres que nos tatuamos lo mismo en el hombro". Después cuando se acabó la consigna dos partimos para un destino al norte y la mujer fue para el sur, nunca supimos de él, pero lo recordamos y seguimos teniendo sexo entre nosotros. Cuando estamos en una ciudad si pinta lo hacemos con mujeres. Nos gusta más.

Sobre ese tipo de experiencias, Núñez, coincide con Castro, al considerar que muchos de los encuentros eróticos se construyen sin que los involucrados se identifiquen como homosexuales. "Estos varones pueden vivir su homo erotismo en tanto que hombres. Es el caso de amigos y compañeros unidos por vínculos de afecto y confianza, que comparten su erotismo ocasionalmente, como parte de una experimentación, o de manera más constante, bajo situaciones específicas de cercanía corporal", señala Núñez.

Cada quien atiende su culo

Gracias a Ariel pude hablar con media docena de jóvenes soldados, quienes dieron cuenta de lo que piensan sobre la homosexualidad y refirieron anécdotas, si no personales, sí de lo que ven a su alrededor en relación con las prácticas sexuales en el Ejercito Argentino y Gendarmería Nacional.

"No, en el Ejército no podes ser gay. Aquí solamente puede haber machos, que dejen la vida por el país", comenta Gabriel, quien lleva siete años de servicio, y quien se considera "un hombre hecho y derecho". Cómo no va a serlo, "si el Ejército te forma un carácter fuerte, de temple, nada de debilidades".

Dice ser un soldado al que le enloquecen las mujeres, aunque, explica entre risas que apelan a la complicidad, "de vez en cuando, cuando ando caliente y no tengo concha disponible, acepto irme con gays que son pasivos y, además de pasarla bien, ya sabes, sexualmente, se ponen generosos con la guita y el desayuno". Uno con quien estuve la otra noche, me vio comer y se ve que le dí lástima ya que tenía mucha hambre, no comemos muy bien. Me sacó del AM/PM donde estábamos y me llevo a comer a un restorán chino de esos que salen como $ 25. Los dejé sin comida. Me cayó tan bien ese gesto que le di la mejor leche de mi vida lo cogí como tres veces y al otro día me dio el desayuno, diciéndome que se rompe el culo por nosotros que somos la patria. -Ya lo creo- le dije. Risas generales. Pero tiene en claro que a mi me gustan las mujeres, que besos no hay - no me gusta besar hombres- y que cuando vuelva a Neuquen me voy a casar y tener hijos con mi novia que esta allá y no la dejan viajar a Buenos Aires, ojalá salga mi destino en Neuquen -ruega-.

A su vez, Alberto, originario de Santa Fé, cuenta que en el Ejército también existen homosexuales, aunque "no como los gays civiles que andan en Constitución o en las discotecas. Uno se da cuenta de algunos elementos que son un poco amanerados, algunos superiores, incluso, pero la verdad nadie les dice nada, porque no puedes cuestionar a un superior. A los soldados rasos, que son como uno, sí los cargamos, pero también se les respeta. Total, cada quien con su culo, ¿no?"

El respeto sólo se da entre la tropa, Alberto comenta que se han dado casos de compañeros sorprendidos teniendo relaciones sexuales en los dormitorios o en los baños. "Una vez, en la barraca, pescaron a dos soldados acostados en la misma cama, unos dicen que cogiendo". Por ese solo hecho los dieron de baja, "faltaron a las normas de obediencia y honor del Ejército".

Núñez Noriega considera que "en esos encuentros, muchos varones re-experimentan sus cuerpos eróticamente, resignifican los términos de identificación sexual, se atreven a experimentar roles y placeres en aparente contradicción con los modelos de género dominantes; significan su sexualidad bajo esquemas culturales no estigmatizantes como la amistad, la aventura masculina o la libertad. Enmarcan sus encuentros sexuales como relaciones de camaradería o compañerismo.

Ángel es un joven soldado cordobés que se asume como "hombre" (heterosexual). Explica: "A mí me cargan mucho diciendo que soy puto, porque no soy como la mayoría. Me ven blanco, alto y de ojos verdes y por eso creen que soy más débil y, por tanto, maricón".

Por su aspecto, Ángel ha tenido experiencias límite en las que las bromas de algunos compañeros han llegado a mayores: "Cuando me baño me empiezan a decir que tengo buen culo y me comienzan a cotorrear. Pero las cosas se han puesto malas cuando, entre broma y broma, dos o tres ya andan con la verga parada y me quieren culear a la fuerza".

Según Ángel, quien lleva cinco años de servicio, cuando andan por más de dos o tres meses en las montañas, el desierto o los bosques, las reacciones sexuales de los militares comienzan a ser cada vez más soeces y se han dado casos de violencia sexual hacia los más débiles. "Andamos tan cansados y tan aburridos de las rutinas, que comenzamos a tener actitudes muy ásperas entre nosotros mismos. Algunos, los más calientes, se pajean mucho. O se empiezan a dar los jueguitos y bromas, que han llegado a ser violentas. Me entendés, ¿no?".
-Le digo que NO- A lo que contesta que en una oportunidad el advirtió como a un flaco que era como él y al que lo tenían loco con el tema de que era puto, en una de estas tareas de fajina, lo habían agarrado dos oficiales, sometiéndolo sin que el chico tuviera posibilidades de hacer nada, cuando intentó algo, le dijeron que se callara porque nadie lo iba a oír. No toman a cualquiera para esto, este chico tenía a la familia lejos y los oficiales se tenían a si mismo como testigos.

El tiro por la culata

Otra forma de interacción sexual de los militares es con hombres gays civiles. No es secreto que existen lugares de entretenimiento en los alrededores de asentamientos o destacamentos militares. Espacios de levante ya sea con hombres gays, travestis o transexuales.
Santiago, un sargento que fue dado de baja del Ejército Argentino por vivir con VIH, explica que muchas veces los militares, principalmente jóvenes que provienen de provincias del sur del país, pueden tener mujeres monumentales gracias a la fantasía que representan los travestis. "Cómo podría un muchacho bajito, moreno y pobre, relacionarse con una rubia exuberante, de grande tetas y culo monumental, si no fuera por las vestidas que se ligan en las discos a donde acuden militares".

En esos bares y discotecas, explica el ex sargento, se da el ligue entre militares y travestis o gays, quienes regularmente les invitan tragos para luego ir a algún hotel para tener sexo. "La noche, además de tener sexo y desahogar sus deseos, le aporta al soldado un complemento económico para su subsistencia; los salarios tan bajos de la tropa suelen orillarlos a la prostitución".

Pero el levante no necesita de espacios nocturnos, en los puntos de encuentros de la capital, es común ver a parvadas de soldados deambulando en sus días francos, como no queriendo la cosa, para ser vistos por hombres gays que acuden a los mismos lugares con el propósito de conocerlos y contactarlos. "Yo sé de varias historias de chicos que desertan para irse a vivir abiertamente la vida gay, pues descubren que en el Ejército de plano no podrían sobrevivir si realmente les nace ser gays", explica Santiago, quien se asume como hombre heterosexual y sin prejuicios hacia quienes son homosexuales.


A fusil pelado

Una encuesta centinela realizada entre julio de 2001 y julio de 2002 en Campo de Mayo, coordinada por el doctor Ramón Hernández , de la Secretaría de Salud de la Provincia de Buenos Aires, reveló que de 660 soldados encuestados, 88 presentaron alguna infección de transmisión sexual.

Entre los resultados de la encuesta se revela que las enfermedades más frecuentes fueron gonorrea, con 55 casos, herpes, con 12, y virus del papiloma humano, también con 12 casos. Además, se reveló un bajo uso del condón entre los soldados.

En una segunda intervención, seis meses después de la primera encuesta y luego de que los reclutas recibieran talleres de prevención, el estudio arrojó un descenso en las infecciones: gonorrea, 15 casos, herpes genital, cinco, y virus del papiloma humano, sólo dos. de acuerdo con el doctor Hernández no se reportaron casos de VIH/sida. De los resultados se desprende que "diseñar estrategias educativas dirigidas a todo tipo de población vulnerable a las prácticas de riesgo, disminuye su nivel de vulnerabilidad".

Los altos mandos, acorde con su vocación de control y disciplina, establecen cuándo existen posibilidades de contacto sexual entre la tropa, lo que hace pensar en los criterios con que determinan esos periodos; al mismo tiempo, entregan condones sólo a quien los solicite, aunque, como comenta Gabriel, "si les pedimos nos miran mal, como preguntándonos con quién pensamos usarlos".

Según un informe realizado por ONUSIDA, los soldados entre 18 y 29 años de edad son entre tres y cinco veces más vulnerables a contraer el VIH/sida que los jóvenes civiles de su misma edad. El estudio destaca como los principales factores de riesgo el hacinamiento, la severidad de su trabajo, y la separación de su núcleo familiar por largas temporadas, lo que hace a los soldados proclives a mitigar su ansiedad sexual en ambientes de consumo de alcohol y drogas.

Las relaciones homosexuales, en ese contexto, no son vistas como prácticas de riesgo. Como demuestra el testimonio de Ariel quien se asume a salvo porque eyacula fuera de su pareja masculina, muchos militares no conciben que el sexo anal sin condón pueda representarles un peligro. Para ellos, el riesgo de infección por VIH, como la homosexualidad, es asunto de los que se dejan penetrar. Entre camaradas, entre "machos", no hay más peligro que los mandos, por eso hay que cuidar que todo siga en el secreto, en el "dejar hacer".

www.sentidog.com / http://lamandinga.blogspirit.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustaria ver un comentario en esta página sobre Yossie & Jager de Eythan Fox, una pequeña gran película a la que, a pesar de su éxito en su país de origen, no se le ha dado tanto bombo como, por ejemplo, a Brockeback mountain. y es que el género del guerrero, la masculinidad y la homofobia aparecen ligadas, muy ligadas al hecho militar-ista y al horror de la guerra.