martes, 27 de diciembre de 2005

Decalogo del buen heterosexual


1.- Si te dicen que la homosexualidad es "natural", diles que la copulación con animales o entre padres, hijos y hermanos también lo es.
2.- Si te dicen que una pareja homosexual es igual a una heterosexual, diles que la naturaleza solo otorgó el don de la procreación a la unión de la mujer y el hombre.
3.- Si entras en una charla religiosa y alguien intenta insinuarte que la Biblia tolera o hasta glorifica la homosexualidad, corta toda discusión, recordándole que según el génesis, cuando Dios advierte que el hombre está solo y eso no es bueno, le elige por compañera a una mujer.
4.- Si te dicen que la pareja estable de homosexuales debería tener el derecho de adoptar "hijos", diles que desde mucho tiempo antes de cualquier activismo igualitario
homosexual, la sociedad -en virtud del principio de sustitución- había restringido la adopción a matrimonios legítimos, dejando a un lado individuos solteros o parejas no unidas en matrimonio y nadie hablaba de discriminación entonces.
5.- Recuerda siempre que la adopción es un derecho de los adoptados y no de los adoptantes y que entre los juristas está establecido que tal "derecho de adopción"
no rige siquiera para las parejas heterosexuales. Diles también que no pretendan que el Estado les obsequie lo que la naturaleza les niega, pues en ese caso
se estaría discriminando en contra de los heterosexuales.
6.- Si por defender la heterosexualidad, te dicen que eres un homosexual reprimido, diles que sí, que lo eres, al igual que eres un bestialista y un incestuoso reprimido. (Si necesitas dejar en claro tu machismo o femineidad, agrégales que nada te cuesta reprimirte)
7.- Ten presente que el tabú del incesto es consustancial a la familia heterosexual, para asegurar su unidad y funcionalidad y que, en consecuencia su reemplazo por clanes hedonísticos encargados de la crianza de los niños, sin nexo biológico, llevará a una progresiva culturización contra dicho tabú.
8.- Si te dicen que en las escuelas debería hacerse una enseñanza apologética o igualitaria de la homosexualidad con la heterosexualidad, diles que ello no es posible
porque la educación es antes que nada una formadora de valores y que por tal motivo no se hace en ella la apología del adulterio, la infidelidad, el sexo promiscuo, la uniparentalidad provocada o el concubinato, ni se pone estos disvalores en igualdad con el ideal de familia y matrimonio, como unidad reproductiva eficiente de la sociedad, al margen de cualquier culto religioso, pues ella brinda no solo amor y manutención al niño, sino los primeros principios de autoridad y socialización.
9.- Si te dicen que el matrimonio heterosexual no es perfecto (remarca de todos modos la redundancia de esta expresión) diles que la pareja homosexual lo es menos.
10.- Aprende a diferenciar siempre al individuo homosexual que debe ser respetado y al activismo gay como conciencia
de minoría que puede sentirse discriminada, lo que es admisible, de la ideología y partidismo político igualitarista gay,
(de lo que participan también heterosexuales) que sí es pernicioso para la sociedad, por implicar, básicamente,
una irradiación hacia el resto de la vida
social y política, de una indiferenciación de valores y órdenes que conduce a la anarquía y a la anomia y que es, además, violatorio de los derechos de la mayoría heterosexual.

Roberto Baldini, abogado argentino...

La increíble historia del chico que se prostituía por Internet


El chico, de 13 años, estaba sentado en su hogar californiano, con los ojos fijos en la computadora. Nunca había estado entre los chicos más populares y hacía mucho que había recurrido a Internet para encontrar amigos. Pero aquel día la fascinación de Justin Berry por el ciberespacio iba a cambiar su vida.

Unas semanas antes Justin había instalado una cámara en su computadora (webcam) con la esperanza de poder relacionarse con otros chicos. Sin embargo, los únicos que habían respondido eran hombres que le mandaban mensajes mientras contemplaban su imagen. Para Justin no eran más que unos amigos que le halagaban y le hacían regalos.

Una tarde de 2000, uno de sus espectadores le envió una propuesta: estaba dispuesto a pagarle 50 dólares si posaba sentado frente a su webcam, con el torso desnudo, durante tres minutos. El hombre explicó que Justin pronto recibiría el dinero. Justin se quitó la camiseta. "Pensé que, al fin y al cabo, me quitaba la camisa gratis en la piscina —explicaba hace poco—. ¿Cuál era la diferencia?".

Así comenzó la vida secreta de un adolescente al que engatuzaron para vender imágenes de su cuerpo en Internet durante cinco años. Este alumno brillante y aficionado al fútbol se vio arrastrado a ofrecer un espectáculo delante de la webcam —desnudarse, ducharse, masturbarse e incluso tener relaciones sexuales— para un público de más de 1.500 personas que le pagaron en esos años cientos de miles de dólares.

La siniestra historia de iniciación de Justin es un efecto secundario de los avances tecnológicos. Hay menores que crean, muchas veces bajo el patrocinio de adultos, páginas pornográficas pagas en las que colocan sus imágenes. Y lo hacen desde la intimidad de sus hogares, con los padres al otro lado de la puerta.

Una investigación de The New York Times sobre este rincón de Internet descubrió que estos sitios surgieron sin llamar la atención de la policía ni las organizaciones de protección del menor.

No se conoce la dimensión de la pornografía infantil a través de webcam porque es un fenómeno nuevo y clandestino. Pero Justin Berry no está solo, ni mucho menos. Un portal de la Red que anuncia páginas webcam pagas, muchas de ellas pornográficas, enumera un mínimo de 585 páginas creadas por adolescentes. Una consecuencia de las indagaciones del diario es la puesta en marcha de una investigación criminal a gran escala.

En junio, The New York Times localizó a Justin Berry, que entonces tenía 18 años. En varias entrevistas, Justin reveló la existencia de un grupo de más de 1.500 hombres que pagaban por sus imágenes, además de pruebas sobre otros menores identificables que estaban siendo explotados. El diario obtuvo los nombres y los datos de las tarjetas de crédito de los que pagaron a Justin para que actuase ante la cámara, y analizó los antecedentes de 300.

The New York Times convenció a Justin para que dejara el negocio y contribuyera a proteger a otros chicos en peligro, para lo cual le ayudó a ponerse en contacto con el Departamento de Justicia estadounidense. Las detenciones y acusaciones contra los adultos a los que identificó como proveedores y traficantes de pornografía comenzaron en setiembre.

"El hecho de que estemos deteniendo a tantos posibles implicados puede llevarnos a centenares de individuos y quizás a salvar a cientos de niños de los que aún no sabemos nada", explica Monique Winkis, una agente del FBI.

Fuentes de la policía dicen también que, con la cooperación de Justin, han logrado tener una guía para descubrir este sector oculto.

"No quería que esa gente hiciera daño a ningún chico más", explicaba recientemente Justin.

En 2000, Justin vivía con su madre, su padrastro y su hermana pequeña en Bakersfield, California, una ciudad de 250.000 habitantes. Tenía ya tal destreza con la computadora que había registrado su pequeña empresa de desarrollo de páginas Web. Por eso se sintió fascinado cuando un amigo le enseñó su webcam. Justin consiguió la suya. "Pensé que me ayudaría a hacer nuevos amigos, tal vez a conocer a chicas de mi edad", dice.

En cuanto Justin conectó la cámara a la computadora de su dormitorio e instaló el programa, su imagen quedó automáticamente registrada en spotlife.com, un directorio en Internet en el que figuran los usuarios de webcam y sus datos de contacto. A los pocos minutos ya le había llegado un mensaje de su primer depredador.

Sus nuevos amigos eran generosos. Uno le explicó cómo crear una "lista de deseos" en amazon.com, donde Justin podía pedir lo que quisiera: accesorios de computadora, películas... Además, los hombres llenaban un vacío en la vida de Justin, cuya relación con su padre, divorciado, era difícil.

Cada vez que su madre le preguntaba de dónde salían esas tecnologías nuevas y el dinero que tenía, Justin le respondía que de su negocio de desarrollo de páginas Web. Justin creía que estaba en algo importante, una gran comunidad de adolescentes con empresas propias. Se les conocía por un nombre famoso en esta subcultura de Internet: se llamaban a sí mismos "putas de cámara".

A principios de 2003, un ex compañero de clase encontró videos pornográficos en Internet, sacados de la página de Justin, hizo copias y las repartió por la ciudad. Justin fue objeto de burlas y palizas. En febrero se produjo otro suceso traumático. Justin estaba volviendo a hablarse con su padre, pero desapareció. Poco después llamó a su hijo desde México. Justin le pidió que le dejara ir con él. El chico cuenta que le confesó los detalles de su negocio y que la nueva relación pronto se convirtió en colaboración. Justin creó una nueva página Web que llamó mexicofriends. En ella aparecía practicando sexo en directo con prostitutas. Pronto se convirtió en una página muy popular, y Justin en una de las estrellas juveniles más solicitadas de la pornografía por Internet.

Justin intentó romper con su vida varias veces. En junio empezó a comunicarse por Internet con una persona que nunca le había enviado mensajes. Justin temió que fuera un agente del FBI. Se encontraron y descubrió que el hombre era el autor de esta nota.

En las últimas semanas, Justin ha vuelto a casa de su madre. En su último día juntos, ella lo llevó al aeropuerto. Mientras lo abrazaba para despedirse, le dijo que por fin había vuelto el hijo que conocía.

Kurt Eichenwald. THE NEW YORK TIMES

jueves, 22 de diciembre de 2005

Para que la ley se parezca a la realidad


Buenos Aires, 21 de diciembre de 2005.
Cuando se cumplan las doce de hoy, el primer paso hacia la protección de las nuevas familias habrá sido dado. Entonces, cuando la Comunidad Homosexual Argentina se presente en la mesa de entradas del Senado de la Nación, tendrá un número de expediente legislativo el proyecto de Ley Nacional de Unión Civil que habilita a las parejas del mismo sexo –a las de cualquier sexo, sería mejor decir, ya que todos y todas podrán optar por este régimen– a usar el mismo nombre, compartir su patrimonio, heredarse del modo en que decidan y, sobre todo, adoptar niños y niñas con los mismos deberes y derechos que los matrimonios tradicionales. En definitiva, si este proyecto, que al revés de Cenicienta empezará a ejercer su hechizo a partir de las doce del mediodía, se convierte en ley, el derecho a constituir una familia dejará de ser privativo de parejas heterosexuales.
Fue la camarista federal Graciela Medina quien redactó un proyecto que detalla con minuciosidad los derechos pero también las responsabilidades que les cabrían a las parejas que opten por este tipo de unión. Pensada para quienes eligen compartir su vida con alguien del mismo sexo, pero apta para cualquiera que prefiera pactar el modo en que va a relacionarse con libertad, pero contando con la protección del Estado en esas decisiones. Medina, quien también elaboró la letra de la Ley de Unión Civil que rige en la ciudad de Buenos Aires, estará este mediodía participando de la conferencia de prensa en la vereda del viejo edificio de la Caja de Ahorro donde funcionan parte de las oficinas del Senado Nacional. “Estoy trabajando en este proyecto desde 2003, analizando los antecedentes internacionales y buscando el modo más apropiado de no dejar ningún cabo suelto”. De convertirse en ley, la unión civil a nivel nacional modificaría el Código Penal, el Procesal y sobre todo el civil, en los capítulos que hablan de la herencia, el nombre, el estado civil y el derecho a adoptar.
“Hay muy pocas leyes en el mundo que tengan tantos artículos como este proyecto; la ley española, por ejemplo, tiene solo cinco –admite Medina–. Hubiera sido fácil redactar uno o dos que homologuen derechos y responsabilidades de la unión civil a los del matrimonio, pero yo parto de la base que esa es una institución creada para un hombre y una mujer y los miembros de la comunidad así lo quieren”.
¿Los de la Comunidad Homosexual también? “Seguro, porque es una figura hiperregulada y ligada a la Iglesia. Y como forma de regulación ha recibido críticas del feminismo y de otros sectores por el modo en que jerarquiza los géneros. Entonces empezamos a pensar en una figura nueva que contara con alta protección jurídica del Estado pero más respetuosa del poder de decisión de la pareja”, sintetiza Marcelo Suhntheim, secretario de la CHA y unido civilmente al presidente de la organización, César Cigliutti. Aunque si se consigue el estatus de ley para este proyecto nuevo deberán revalidar su vínculo ante un registro civil, como cualquier matrimonio. “Es que en el ámbito de la Ciudad la unión civil tiene un valor simbólico y administrativo, sólo a nivel local”, agrega.

Decisiones libres
El proyecto de Ley Nacional de Unión Civil contempla –haciéndose eco de las críticas mencionadas por Suhntheim– que las o los consortes (se llaman así para diferenciarse de las o los cónyuges) elijan si usar ambos apellidos como nombre común, o el de cualquiera de los dos, tanto para llamarse a sí mismos como a los hijos comunes. Que, obviamente, si hablamos de parejas del mismo sexo, serán adoptados por la pareja o por uno de los dos, si es que la otra parte tiene hijos o hijas biológicos.
Pero también deja caer, como a una sota en un partido de chinchón, a la monogamia como modelo único de pareja fundante de una familia: “La fidelidad ya no se exigirá a los o las consortes ni la infidelidad será causal de divorcio”, dice el secretario de la CHA. Para disolver el vínculo alcanzará con que una de las partes manifieste la voluntad de hacerlo, lo que es lo mismo que decir que ni siquiera hará falta el mutuo acuerdo.
Sí, en cambio, habrá división de bienes gananciales, aunque todo lo referido a la cuestión patrimonial podrá pactarse de antemano. Si así no lo hicieren, los bienes se considerarán propios o gananciales del mismo modo que en un matrimonio común y corriente. Para el pago de cuota alimentaria, si no hay hijos o hijas en común, la parte que reclama deberá acreditar la necesidad de recibirla. Si no, no habrá cuota. Y en el caso de la herencia, el participante de la unión civil heredará igual que un cónyuge pero no forzosamente. Es decir, que se puede testar su 50 por ciento, en todo o en parte.
Todos estos bemoles en cuestiones patrimoniales y de sucesión, igualmente que las de divorcio, se dirimirán en juzgados de familia. Porque si bien no se habla de matrimonio, sí se considera a estas uniones como familias con plenos derechos.

El quid de la cuestión
Tanto la CHA como la autora del proyecto, Graciela Medina, esperan que sea tomado por las y los legisladores para discutirlo y mejorarlo. De hecho, antes de las últimas elecciones, la mayoría de quienes han sido electos se manifestaron a favor de la unión civil para parejas del mismo sexo. Claro que la discusión se dará en torno del derecho a adopción. Desde la derecha que representaron Mauricio Macri y Ricardo López Murphy se escucharon los “no” más rotundos.
“Yo misma estaba en contra de la adopción por parte de parejas del mismo sexo, pero después, analizando la legislación internacional y el derecho consuetudinario, me di cuenta de que negando esta posibilidad estaba desprotegiendo el interés superior de niños y niñas. Porque de hecho hay parejas homosexuales o de lesbianas que crían hijos juntas y negarles derechos a la obra social, la herencia e incluso el cuidado en caso de fallecimiento del padre o madre biológico es negarles todo”, admite Medina.
Lo cierto es que este modelo de amparo de las nuevas familias comenzó su camino legal. El debate ya se abrió hace tiempo y es probable que sean muchas las parejas heterosexuales que opten por un modo de unión más libre y basado en las propias decisiones autónomas. Lo demás está por verse.

Los puntos centrales del proyecto

- La unión civil es el compromiso de dos personas mayores de edad y capaces que expresan su consentimiento ante autoridad competente de hacer vida en común y de respetar los derechos y obligaciones vinculados con este estado con independencia de su orientación sexual e identidad de género.
- Los miembros de la unión civil se deben mutuamente asistencia, respeto, solidaridad y alimentos.
- El miembro de la unión civil que reclame alimentos del otro debe probar la falta de medios personales para mantener el nivel de vida del que ha gozado hasta la formulación del pedido.
- Los miembros de la unión civil deben convivir en una misma casa, a menos que, por circunstancias excepcionales, se vean obligados a mantener transitoriamente residencias separadas.
- La unión civil debe celebrarse ante el oficial público, en su oficina o donde las reglamentaciones locales autorizan, públicamente, compareciendo los futuros miembros de la unión civil en presencia de dos (2) testigos y con las formalidades legales.
- En el acto de la celebración de la unión civil, el oficial público debe leer a los futuros miembro de la unión civil los artículos 27 a 29 de la ley, recibiendo sucesivamente de cada uno de ellos la declaración de que quieren respectivamente constituir una unión civil, y debe pronunciar en nombre de la ley que quedan unidos en unión civil.
- Quedan incluidos en la calidad de beneficiarios de las obras sociales: a) El miembro de la unión civil. b) El hijo del unido civilmente.
- En caso de muerte del jubilado, del beneficiario de retiro por invalidez o del afiliado por actividad, gozará de pensión el miembro de la unión civil sobreviviente.
- El trabajador gozará de las siguientes licencias especiales: a) Por celebración de unión civil, diez (10) días corridos; b) por el fallecimiento de su pareja en unión civil, tres (3) días corridos.
- Se establece la prestación de asignación por unión civil, que consistirá en el pago de una suma de dinero, que se abonará en el mes en que se acredite dicho acto ante el empleador.
- Los beneficiarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones gozarán de una prestación por su pareja en unión civil.
- Los unidos civilmente pueden adoptar en forma conjunta.
- El unido civilmente es sucesor del causante, no es heredero forzoso, concurre con los descendientes y ascendientes y excluye a los colaterales en la sucesión del otro miembro de la unión civil.
- Los miembros de la unión civil responden solidariamente por las obligaciones contraídas por uno de ellos para solventar las necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento y la educación de los hijos.
- Los miembros de la unión civil deben contribuir a su propio sostenimiento, el del hogar y el de los hijos, en proporción a sus recursos. Esta obligación se extiende a las necesidades de los hijos incapaces de uno de los miembros de la unión civil que conviven con ellos.
- A falta de una declaración común de disolución realizada ante escribano la disolución debe ser dictada por el tribunal con competencia en materia de familia a pedido de cualquiera de las partes, siguiendo el procedimiento más breve que establezcan las leyes locales.
- Los unidos civilmente pueden usar un apellido común que adicione los dos apellidos de las partes, o elegir utilizar uno de los apellidos de las partes.
- A falta de una declaración común de disolución realizada ante escribano la disolución debe ser dictada por el tribunal con competencia en materia de familia a pedido de cualquiera de las partes, siguiendo el procedimiento más breve que establezcan las leyes locales.

“Proteger e igualar derechos”

Un grupo de juristas, que revisó el proyecto de ley de unión civil para asesorar a la CHA, consideró que la aprobación de la norma a nivel nacional sería un avance para la Argentina y la pondría al nivel de los países más avanzados jurídicamente. En el Congreso, la CHA también cosechó algunas adhesiones: la senadora Vilma Ibarra y la diputada Diana Conti se mostraron a favor del proyecto. “Es absolutamente necesaria una ley que iguale en derechos a los que tienen una orientación homosexual”, sostuvo Conti. “La unión civil viene a proteger a las personas que mantienen relaciones de hecho”, agregó Ibarra.
Pablo Slonimsky es abogado del Centro Simon Wiesenthal y es autor de cuatro libros de legislación sobre discriminación. “Me parece que el mundo va inequívocamente hacia a la igualdad de derechos personales. No hay argumentos serios para privar a una persona de estructurar su vida de la manera que le parezca”, consideró, en diálogo con Página/12. “Hay una moralina contra esas leyes fuera del tiempo. Nunca vi oposiciones jurídicas, con argumentos serios, contra este proyecto. Va a ser muy difícil en el futuro limitar las expresiones de amor”, destacó el jurista. “La unión civil se vincula con los derechos de los interesados: con respecto a las obras sociales y a la legislación hereditaria”, aseguró.
“Es una modernización desde el punto de vista legislativo, que se ajusta a lo que está sucediendo en los países civilizados. Es un gesto de sinceridad: mantenemos un concepto de familia que no representa lo que ocurre”, afirmó el profesor de derecho civil de la Facultad de Derecho de la UBA Eduardo Molina Quiroga, que concedió que “se puede discutir si equiparar o no con el matrimonio es adecuado. Pero lo que se quiere transmitir es que los homosexuales tienen los mismos derechos”. “No podemos mandar a la clandestinidad a un grupo de personas que está ejerciendo su proyecto de vida, pero encuentra esta limitación jurídica”, graficó.
Por su parte, Ibarra consideró que el proyecto “abre un debate interesante, que es importante dar en esta sociedad. Regula una situación que de hecho existe y que, como sociedad, no le estamos dando respuesta”. La senadora destacó que “esto no viene a equiparar la institución del matrimonio, pero las parejas gays están sometidas a una situación de injusticia. La unión civil viene a proteger a las personas que mantienen relaciones de hecho”. Conti sostuvo que “es absolutamente necesaria una ley que iguale en derechos a los que tienen una orientación homosexual, que los equipare en todos los derechos que tiene el matrimonio heterosexual. Va a ser un proyecto de ley que yo apoye especialmente”.
Como senadora, Conti patrocinó un libro de la CHA donde se aborda el tema de la adopción por parte de parejas homosexuales. “El tema de la adopción va a ser uno de los más discutidos. Pero hoy no existe una familia tipo, sino familias heterogéneas. La Argentina tiene la posibilidad de tener una institución como existe en Canadá y otros países para que se conformen familias con personas del mismo sexo”, dijo Conti. “En principio, estoy de acuerdo”, coincidió Ibarra. “Todos los estudios serios, tanto nacionales como a nivel mundial, demuestran que no hay daño ni riesgo para los niños. Lo importante es que exista una familia que contenga al niño de forma responsable”, destacó. “En nuestro país, hay montones de chicos en situación de abandono y no tengo ninguna duda de que podrían estar en un hogar, sea heterosexual u homosexual”, concluyó Slonimsky.

Marta Dillon
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domingo, 18 de diciembre de 2005

Truman Capote


Una de las fotografías más célebres del recientemente fallecido Cartier-Bresson es el retrato que le tomó a un jovencísimo Truman Capote en 1947. El escritor posa sentado en una banca y rodeado de unas plantas de hojas inmensas, dignas de figurar en una selva de Rousseau.

Tiene la apariencia de un chiquillo guapo y menudo, viste una sencilla camiseta blanca, lleva el cabello desordenado y mira a la cámara algo ceñudo, con una expresión desafiante que pretende ocultar su timidez.
Es un retrato notable que contrasta con las imágenes del autor norteamericano en su madurez, en las que aparece con el rostro hinchado por el alcohol, las ojeras características de un insomne y unos ojos nublados por una mezcla de cansancio y hastío. Eso sí, viste como un dandy, y con frecuencia lleva un fino sombrero de fieltro o un vistoso pañuelo de seda que acentúan su aire extravagante.

En realidad, a Truman Capote la fama le llegó demasiado pronto. Apenas tenía 23 años cuando terminó Otras voces, otros ámbitos (1948), una novela que deslumbró por su atmósfera inquietante y una riqueza imaginativa poco usual, lo que le valió un inmediato reconocimiento crítico.

El escritor ya había irrumpido en la escena literaria desde los 17 años, con relatos que fueron acogidos por prestigiosas revistas como Atlantic Monthly, Harper's y The New Yorker. Su precocidad revelaba un talento extraordinario, más aún tratándose de alguien que ni siquiera había concluido la secundaria. Nacido en Nueva Orleáns en 1924, su temprano interés por la lectura lo había impulsado a pergeñar sus primeras historias a los ocho años.

Ciertamente había vivido una infancia poco corriente. Su padre se apellidaba Persons y era viajante de comercio. Su madre era una beldad sureña -había sido Miss Alabama- que se había casado a los dieciséis y que se había divorciado al cabo de un par de años. Truman pasó su niñez y adolescencia con unos parientes en un apartado rincón del hondo Sur. Cuando su madre volvió a casarse, fue adoptado por el nuevo esposo, un hombre de negocios cubano de apellido Capote.

Como suele ocurrir con los talentos precoces, el autor norteamericano tuvo una carrera fulgurante cuya llama fue languideciendo a medida que se hacía adulto. Publicó una recopilación de cuentos titulada Un árbol de la noche (1949) y una segunda novela, El arpa de hierba (1951), libros a los que siguió un conjunto que reunía una novela corta y tres historias, Desayuno con diamantes (1958), que mereció una aclamada versión cinematográfica con Audrey Hepburn en el rol protagónico. Sin embargo, pese a sus éxitos, lo cierto es que Capote tenía cada vez más dificultades para escribir. Y, aun cuando hizo adaptaciones teatrales, guiones de cine (como el de La burla del diablo para John Huston) y reportajes, era evidente que había menguado su capacidad para concebir ficciones. Más tarde explicaría que cuando se empieza a escribir uno ignora que se ha encadenado "a un amo noble pero despiadado. Cuando Dios nos ofrece un don, al mismo tiempo nos entrega un látigo, y este sólo tiene por finalidad la autoflagelación. Pero, naturalmente, yo no lo sabía. Me divertía muchísimo, al principio. Dejé de divertirme cuando descubrí la diferencia entre escribir bien y mal, y luego hice un descubrimiento más alarmante aún: la diferencia entre escribir muy bien y el verdadero arte. Una diferencia sutil, pero feroz. Después de eso, cayó el látigo".

Capote entró en un periodo de silencio que hizo pensar a los críticos que se había agotado. Nadie sospechaba que, después de ocho años, entregaría a la imprenta un libro que se convertiría en un hito en la literatura norteamericana.

En efecto, con A sangre fría (1966) su obra dio un vuelco, pues rompió con los cánones e inauguró una nueva vertiente narrativa. Capote cimentó las bases del género que se ha denominado 'no ficción' o 'novela verídica'. Apeló a técnicas novelescas para reconstruir un misterioso crimen perpetrado en un lugar aislado de Kansas en 1959.

La diferencia con una novela ortodoxa estribaba en que ninguno de los hechos narrados había sido inventado: todo era real y correspondía a la meticulosa investigación que Capote había realizado, la cual incluía entrevistas con los asesinos recluidos en prisión. "Desde hacía muchos años -reveló el escritor-, me sentía atraído por el periodismo como una forma de arte en sí mismo. Yo quería escribir una novela periodística, algo en mayor escala que tuviera la verosimilitud de los hechos reales, la cualidad de inmediato de una película, la profundidad y libertad de la prosa y la precisión de la poesía".

A sangre fría supuso un esfuerzo mayúsculo que parecía insuperable. Desde entonces, Capote entró en una fase de crisis personal que ya no lograría remontar.

A partir de 1972 se embarcó en otro ambicioso proyecto, una variante de la novela verídica que tituló Plegarias escuchadas. Publicó algunos capítulos en revistas, pero las críticas que recibió le causaron un profundo desaliento y un bloqueo creativo. Su dipsomanía y drogadicción hicieron el resto y lo precipitaron en una profunda depresión. Sin embargo, cuatro años antes de morir, se dio maña para escribir un libro excepcional, Música para camaleones (1980).

En este volumen intenso, escrito con la delicadeza de un orfebre, la ficción y el periodismo se dan la mano en una curiosa síntesis que corrobora que Capote era un auténtico estilista. Son piezas magistrales en las que el autor retrata a personajes que ha conocido -su perfil de Marilyn Monroe es memorable- y se autorretrata sin concesiones: descubre su condición homosexual y habla de sus vicios y debilidades con una franqueza sobrecogedora. Ahora que han pasado dos décadas desde su muerte, no hay duda de que sus mejores obras mantienen esa frescura y profundidad que sólo asoman en el verdadero arte.

Guillermo Niño de Guzmán
Tomado de "El Dominical",del diario "El Comercio"
www.deambiente.com

Jaime Bayly


El escritor Jaime Bayly volvió a encontrarse con el público peruano en el auditorio de la Feria del Libro Ricardo Palma, en donde presentó su última novela, “Y de repente un ángel”, finalista en España del Premio Planeta.Su novela fue presentada en España el pasado 8 de noviembre, como finalista del Premio Planeta, y se adjudicó un premio de 150 mil euros, asegurando además la impresión de 90 mil ejemplares.

“Y de repente un ángel”, novela casi autobiográfica, narra la vida de un escritor junto a una mujer analfabeta que cambia, sin proponérselo, el curso de su vida. Mercedes, la protagonista de la obra, es "una persona llena de bondad que entra en la vida de Julián, un escritor huraño”, según ha referido Bayly.El autor ha señalado que dedica su obra a Mercedes, una mujer que cambió su vida, y a todas las Mercedes del mundo “que limpian nuestras casas y cuidan a nuestros niños”.

La trayectoria del escritor peruano, que empezó a publicar en Seix Barral para pasar luego a la editorial Anagrama y fichar por Planeta en el año 2002, cuenta además con las obras "La noche es virgen", que obtuvo el Premio Herralde en 1997, “Yo amo a mi mami” (1999), “Los amigos que perdí” (2000), “Aquí no hay poesía” (2001), “La mujer de mi hermano” (2002), llevada al cine por el director Ricardo de Montreuil y el productor Stan Jakubowicz en el 2004 y “El huracán lleva tu nombre” (2004), una novela de la que él mismo dijo que significaba un regreso a la temática de sus primeros libros.

Bayly feliz con su bisexualidad y noviando con el argentino Luis Corbacho.

Jaime Bayly dijo ser un bisexual feliz y admitió que hace 20 años le costó aceptar la razón por la que intentó suicidarse un par de veces. También señaló que su relación con Luis Corbacho marcha bien e, incluso, sus hijas se llevan bien con el novel escritor argentino.

"No voy al psiquiatra, no lo necesito. Soy un hombre feliz con mi bisexualidad. Veinte años atrás me costó asumir cómo era e intenté dos veces suicidarme con una sobredosis de cocaína, pero ahora todo lo llevo con naturalidad y no tengo que esconder nada a mi edad, ni los revolcones que tengo con Luis", detalló. Asimismo, añadió que su relación con Corbacho va bien, pues era su amigo, su compañero y confidente.

"Vivo con Luis y no hay nada qué ocultar de mi vida. Él es muy comprensivo y me permite ciertos 'pecadillos', aunque mi erotismo ha bajado un poco porque ya no se me para como antes", precisó.

Por otro lado, contó que se siente libre y puede expresar que de las mujeres le atrae 'sentirme hombre' y de los hombres 'sentirme mujer', aunque ahora las mujeres me siguen más, pues no les importa mi bisexualidad", comentó.El escritor también reveló que se divorció de su ex esposa Sandra "de forma muy cordial, tras seis años de matrimonio".

Finalmente, tocó el tema de la muerte, afirmando que le tiene miedo "porque tengo hijas que creo aún me necesitan y me gustaría acompañarlas un tiempo más y porque no me gustaría irme sin hablar con mi padre y tratar de decirle lo que nunca me atreví".

Tomado de RPP Noticias y Diario El Trome virtual.

Entrevista:

- Has dicho que Luis Corbacho te acompaña a veces en las vacaciones con tus hijas...
Mis hijas saben que soy bisexual,y que Luis es mi mejor amigo.

- Un niño puede entender la bisexualidad?
Yo creo que sí.Lo más importante es que mis hijas sepan y sientan que yo las amo,que soy su aliado incondicional.También es importante que me conozcan.Si yo fingiera ser ante ellas alguien que no soy,si simulara ser una persona perfecta y virtuosa,tarde o temprano ellas sentirían que soy un padre deshonesto,que no confié en ellas.La mentira es un acto que envenena siempre una relación de amor,en cambio decir la verdad es algo que asegura que ese amor sea auténtico.

- ¿Cuanto cuesta contar esas cosas a los hijos?
Cuesta mucho,sobretodo porque no sabía si era o no el momento.No quería violentar la inocencia a que todo niño tiene derecho,pero bueno Camila y Paola tienen 12 y 10 años y saben que las personas tenemos deseos sexuales.También saben, porque han venido mucho a Miami,que hay gays,los han visto en las películas.Hoy uno cómo padre solo puede elegir entre educar a los niños en la homofobia o en la tolerancia.Yo odiaría que mis hijas fuesen homofóbicas,sentiría que he fracasado como padre.me encantaría que fuesen generosas,que entendiesen lo que a mí me costó tanto:que el amor no tiene una sola manifestación respetable.

- ¿Te juzgaron por contarlo?
Siempre me ha parecido penoso ver que en América Latina muchas personas públicas sean tan cobardes para vivir su sexualidad.

- El juicio social es muy fuerte...
Pero más fuerte es el juicio personal,más fuerte es tu propia voz.Nunca la opinión del otro debería ser más fuerte que la tuya propia.

- Has dicho que a los 18 años,cuando te distes cuenta de que te gustaban los hombres,sufristes demasiado.¿Que fué lo más tormentoso?
Preguntarme cómo diablos iba a procesar eso siendo ya una persona que salía en televisión y cómo diablos lo iba a procesar en una familia tan homofóbica.Sentí que estaba en un callejón sin salida,que por un lado era imposible convencer a mis padres de que era natural que yo viviese esa ambiguedad sexual sin culpas.Por otro lado,me parecía imposible seguir con mi carrera viviendo mi bisexualidad.

- La prensa te masacró
Cuando publiqué mi primera novela fué muy grotesco.Se propició un clima de linchamiento moral.

- ¿Te fuistes por eso?
Sí,me fuí porque sentí que era imposible ser un escritor bisexual libre y todavía siento que en el Perú el "stablishment",la prensa,los líderes de opinión,la Iglesia,los políticos son homofóbicos.Si me quedaba me iba a condenar a una vida miserable o hipócrita,que es peor.

- ¿El conflicto te llevó a las drogas?
Sí.Me enganché porque el rechazo de mis padres me dejó una herida muy grande y porque el descubrimiento de mi sexualidad me llenó de pavor.Las drogas eran una manera de olvidar,de ser otro.

- ¿Hablastes con tus padres abiertamente de tu sexualidad?
Sólo una vez en Miami,hace muchos años.Fué una conversación breve y seca.Pensaron lo que siguen pensando:que yo me he extraviado moralmente,que si he dejado de ir a misa y rezarle al Dios que ellos adoran,el diablo se ha metido en mi espíritu y me ha pervertido.

- ¿Sigues viendo a tus padres?
Últimamente no.Pero mi madre hoy me ha visitado después de un largo tiempo.Irme del Perú fué una manera de desintoxicación.Era más doloroso estar en Lima y no verlos,o verlos y pelear,que estar lejos.Cuando estaba aquí su presencia,su sombra era más opresiva.

- Hay un problema de intolerancia.
Yo no originé el conflicto.Soy padre y he aprendido que si los hijos no te quieren es porque algo hicistes mal.

- ¿Quieres a tu padre?
Sí,lo quiero,lo respeto y comprendo.Me da pena porque creo que un padre que trata mal a su hijo en el fondo es profundamente infeliz.

- ¿Te ves con tus hermanos?
No ,mi alejamiento ha sido indiscriminado y en eso he sido injusto.Cuando me fuí hace más de diez años todo se quebró.

- ¿No extrañas a tu familia?
Yo extraño a mis hijas y a la madre de mis hijas.Mi familia inmediata son ellas y con ese amor estoy bien.

- Pero en una entrevista dijiste que no te gustaría morir ahora porque todavía tienes hijas chicas y porque no te gustaría partir sin haber hablado antes con tu padre.Eso indica el vacío que hay en tí...
Hay una herida abierta que nunca cerrará del todo y sería muy deshonesto negarlo.

- ¿Le tienes miedo a tu papá?
De niño le tuve bastante miedo y ese sentimiento no se ha ido.Yo temía que me gritase,que me pegase,que me humillase delante de sus amigos.Era tremendamente violento.era un hombre atormentado.

- ¿Cuánto marca la violencia sufrida en la niñez?
Muchísimo y todavía no lo entendemos.Lo que somos ahora es lo que aprendimos de niños.Los padres tienen un poder gigantesco sobre los hijos y a veces abusan.La manera cómo se relacionan con el mundo es una prolongación de lo que aprendieron de sus padres.Si yo repitiera esa cadena de errores con mis hijas sería un perfecto idiota.Los papás no estamos para mandar y los hijos para obedecer.Tampoco estamos para intimidar y ellos no están para temer.Odiaría tener una relación con mis hijas basada en la autoridad y el miedo.

- ¿Para que están los papás?
Para acompañar,para proteger,para guiar,pero no desde la sabiduría sino desde la complicidad.Creo en el humor y en estimular que pueden contar contigo siempre.

- ¿Que le dirías a tu padre si pudieras hablar en este momento con él?
Le regalaría la novela,se la firmaría y le diría que le eche una mirada.Dice que no lee mis novelas y yo le creo.

- ¿Se averguenza?
Supongo que sí.Se aferra a unas ideas religiosas que le hacen creer que mis novelas son inmorales.

- En tu ültima novela,Julián,el protagonista,se reconcilia con su padre sólo cuando él se está muriendo.¿Tu acercamiento será sólo en una situación extrema?
Lo he pensado siempre y me daría mucha pena que este conflicto no tuviera un final,no digo feliz,pero sí con un mínimo de humanidad.Yo sé que mi padre me quiere y yo lo quiero y nadie es completamente bueno,ni completamente malo.A mi me gustaría...no digo perdonar porque cuando uno lo hace es porque ha sido agraviado o está en un plano de superioridad moral.Es cosa más de comprender.No sé que pasará,no es fácil.

- ¿Que cosas te has perdonado?
Fué muy difícil aceptar,comprender y luego perdonar,que genéticamente yo no podía ser el hijo que ellos hubieran querido tener.Fué complicado perdonar que me gustaban los hombres...

Parte de la entrevista que concediera a la periodista Milagros Leiva Galvez para el diario "El Comercio" el 11-12-05. www.deambiente.com

sábado, 17 de diciembre de 2005

Sexo en las Fuerzas Armadas


HE RECIBIDO NOTICIAS Y COMENTARIOS SOBRE QUE ESTE ARTICULO ES UN PLAGIO SOBRE OTRO DEL CUAL DESCONOZCO SU AUTORIA Y QUE TAMPOCO HE PODIDO LEER AUN. SI ALGUIEN SABE SOBRE EL ARTICULO ORIGINAL Y DESEA COMPARTIRLO, O SI ALGUIEN SE SIENTE ESTAFADO POR ESTA PUBLICACION Y CONSIDERA QUE DEBO BORRARLO, POR FAVOR LE PIDO QUE ME INFORME... CHARLANDO SE ENTIENDE LA GENTE...

Entre la tropa la consigna es "dejar ser". Cada uno de los soldados del Ejército Argentino sabe lo que hace con su sexualidad, tanto en los días francos como en los cuarteles o las soledades de la sierra, del desierto o donde el destino te lleve. Las prácticas en silencio, ocultos de la disciplina militar, los hace más vulnerables a las relaciones sexuales desprotegidas.

"Yo no soy maricón. Yo me cojo a los maricones. Para que no me dé SIDA, acabo afuera". Ariel sonríe orgulloso, convencido con la lógica de su razonamiento. Entrevistado en el centro cerca del edificio Libertador, el joven soldado acepta que sabe usar un condón, pero que prefiere no usarlo. "Mira, sí lo uso, pero la verdad a veces ando tan borracho que ni se me para y si se para, cuando entra se me vuelve a bajar; por eso prefiero sin condón. Total, no tardo mucho y... prefiero así".

Ariel habla disimuladamente. Se abre, pero no pierde la compostura, el aire marcial y masculino de su papel de soldado. La vida militar parece peleada con la idea de que en sus filas existan personas homosexuales. En el medio castrense, vinculado a la idea de rudeza, honor, disciplina, valor y heroísmo, lo masculino es el valor supremo. Esa sola idea hace que los altos mandos cierren los ojos a las formas sexuales en que los varones expresan su masculinidad en un espacio cerrado como el cuartel.

Las prácticas sexuales entre varones no están reconocidas, lo que sí es bien conocido es la severidad de los castigos impuestos a quienes se sospecha tienen relaciones homosexuales, sea dentro o fuera de las instalaciones militares. La sanción suele ser la expulsión coincidieron algunos entrevistados por quien escribe estas líneas, pues se transgreden los códigos de lealtad, honestidad y honra que promueven las instituciones militares.

Para el sexólogo Daniel Castro, autor del libro "Entre hombres, sexo"
la sexualidad de las personas que están confinadas al encierro, como podrían ser los soldados o marinos que se desplazan constantemente, tiende a expresarse a través de acercamientos físicos y emocionales, que cubren su necesidad de afecto y que fácilmente pueden avanzar a la vinculación erótica. Una situación sigue a la otra, uno no puede estar mucho tiempo sin tener un roce, un abrazo, alguna expresión de afecto.

"Muchos hombres viven una vida heterosexual, aunque sus prácticas sexuales las ejerzan esporádicamente con personas de su mismo sexo. Eso no quiere decir que sean homosexuales, mucho menos que se asuman como tales. Una cosa es la práctica erótica y otra la orientación erótico-afectiva".

A pesar de que las normas escritas y no escritas en las instituciones militares prohíben las relaciones amorosas y sexuales entre sus miembros, el encuentro homo erótico en ámbitos de convivencia masculina, "es más abierto y más fluido de lo que suponen los modelos tradicionales".

Confianza en la raza

Núñez Noriega, autor del libro Sexo entre varones, ha expuesto en conferencias universitarias la experiencia de un ex militar, quien habla de las experiencias que vivió con su mejor amigo en el Ejército, su "CUAS" (compañero único a seguir, término militar para designar a la "pareja militar"). Juntos pasaron los rigores del entrenamiento, "lo peor del trabajo en el monte o en la selva", mientras hacían campaña contra los narcotraficantes, las soledades, la necesidad afectiva, etc. Esas circunstancias los unieron, constató la fuente de Núñez: "Tu CUAS se vuelve tu alma gemela, es capaz de dar la vida por vos y vos por él". Muchas veces pensas que al otro día tenes que hacer un operativo y tal vez no vuelvas, esa noche con tu familia e hijos lejos, queres vivirla lo mejor posible, porque puede ser la última, me dice Ariel.

Sobre su vida sexual, comenta que en las estancias de meses juntos, compartiendo destinos inhóspitos, casas de campaña y caminos, es normal que los soldados se aparten un poco para masturbarse o que incluso lo hagan en grupo, "por ganas, porque te gusta pajearte, por necesidad, porque le tienes confianza a la raza". Otros más se apartan en pareja y "la raza ya los deja ser". "Dejar ser explica Núñez es una divisa entre los amigos en el ejército que constantemente se expresa como fórmula de respeto y como complicidad afectiva".
-Que es la raza? -pregunto.
La raza - dice Núñez- tiene que ver con todo lo que hace a la institución, con lo tácito, con aquello que se sabe pero de lo que no se habla. Todos saben en que andan todos, pero nadie lo habla.

Sobre las relaciones de penetración, el ex soldado señaló: "Sí, nos dábamos la cola, de onda nomás. Pero no creas que algo sale de acá con nombre y apellido, o sea el rollo era que me puerteaba (estimularse eróticamente a través de la colocación del pene en el vestíbulo del ano, sin llegar a una penetración mayor) primero un rato y acababa allí y luego yo, o al revés. Pero todo por abajo. Todo quedaba entre nosotros. Nomás de camaradas, de onda. Hace un tiempo en un destino, nos mandaron otro camarada que era, decíamos, delicado, de buena familia y estudios, pero cuando quedamos solos los tres en la campaña, se notaba que era muy femenino, lo adoptamos como mujer, nos lo curtíamos los dos, por separado o juntos, la mayor parte de las veces juntos, cuando lo hacíamos por separado siempre había quilombo. Nos hicimos inseparables, los tres que nos tatuamos lo mismo en el hombro". Después cuando se acabó la consigna dos partimos para un destino al norte y la mujer fue para el sur, nunca supimos de él, pero lo recordamos y seguimos teniendo sexo entre nosotros. Cuando estamos en una ciudad si pinta lo hacemos con mujeres. Nos gusta más.

Sobre ese tipo de experiencias, Núñez, coincide con Castro, al considerar que muchos de los encuentros eróticos se construyen sin que los involucrados se identifiquen como homosexuales. "Estos varones pueden vivir su homo erotismo en tanto que hombres. Es el caso de amigos y compañeros unidos por vínculos de afecto y confianza, que comparten su erotismo ocasionalmente, como parte de una experimentación, o de manera más constante, bajo situaciones específicas de cercanía corporal", señala Núñez.

Cada quien atiende su culo

Gracias a Ariel pude hablar con media docena de jóvenes soldados, quienes dieron cuenta de lo que piensan sobre la homosexualidad y refirieron anécdotas, si no personales, sí de lo que ven a su alrededor en relación con las prácticas sexuales en el Ejercito Argentino y Gendarmería Nacional.

"No, en el Ejército no podes ser gay. Aquí solamente puede haber machos, que dejen la vida por el país", comenta Gabriel, quien lleva siete años de servicio, y quien se considera "un hombre hecho y derecho". Cómo no va a serlo, "si el Ejército te forma un carácter fuerte, de temple, nada de debilidades".

Dice ser un soldado al que le enloquecen las mujeres, aunque, explica entre risas que apelan a la complicidad, "de vez en cuando, cuando ando caliente y no tengo concha disponible, acepto irme con gays que son pasivos y, además de pasarla bien, ya sabes, sexualmente, se ponen generosos con la guita y el desayuno". Uno con quien estuve la otra noche, me vio comer y se ve que le dí lástima ya que tenía mucha hambre, no comemos muy bien. Me sacó del AM/PM donde estábamos y me llevo a comer a un restorán chino de esos que salen como $ 25. Los dejé sin comida. Me cayó tan bien ese gesto que le di la mejor leche de mi vida lo cogí como tres veces y al otro día me dio el desayuno, diciéndome que se rompe el culo por nosotros que somos la patria. -Ya lo creo- le dije. Risas generales. Pero tiene en claro que a mi me gustan las mujeres, que besos no hay - no me gusta besar hombres- y que cuando vuelva a Neuquen me voy a casar y tener hijos con mi novia que esta allá y no la dejan viajar a Buenos Aires, ojalá salga mi destino en Neuquen -ruega-.

A su vez, Alberto, originario de Santa Fé, cuenta que en el Ejército también existen homosexuales, aunque "no como los gays civiles que andan en Constitución o en las discotecas. Uno se da cuenta de algunos elementos que son un poco amanerados, algunos superiores, incluso, pero la verdad nadie les dice nada, porque no puedes cuestionar a un superior. A los soldados rasos, que son como uno, sí los cargamos, pero también se les respeta. Total, cada quien con su culo, ¿no?"

El respeto sólo se da entre la tropa, Alberto comenta que se han dado casos de compañeros sorprendidos teniendo relaciones sexuales en los dormitorios o en los baños. "Una vez, en la barraca, pescaron a dos soldados acostados en la misma cama, unos dicen que cogiendo". Por ese solo hecho los dieron de baja, "faltaron a las normas de obediencia y honor del Ejército".

Núñez Noriega considera que "en esos encuentros, muchos varones re-experimentan sus cuerpos eróticamente, resignifican los términos de identificación sexual, se atreven a experimentar roles y placeres en aparente contradicción con los modelos de género dominantes; significan su sexualidad bajo esquemas culturales no estigmatizantes como la amistad, la aventura masculina o la libertad. Enmarcan sus encuentros sexuales como relaciones de camaradería o compañerismo.

Ángel es un joven soldado cordobés que se asume como "hombre" (heterosexual). Explica: "A mí me cargan mucho diciendo que soy puto, porque no soy como la mayoría. Me ven blanco, alto y de ojos verdes y por eso creen que soy más débil y, por tanto, maricón".

Por su aspecto, Ángel ha tenido experiencias límite en las que las bromas de algunos compañeros han llegado a mayores: "Cuando me baño me empiezan a decir que tengo buen culo y me comienzan a cotorrear. Pero las cosas se han puesto malas cuando, entre broma y broma, dos o tres ya andan con la verga parada y me quieren culear a la fuerza".

Según Ángel, quien lleva cinco años de servicio, cuando andan por más de dos o tres meses en las montañas, el desierto o los bosques, las reacciones sexuales de los militares comienzan a ser cada vez más soeces y se han dado casos de violencia sexual hacia los más débiles. "Andamos tan cansados y tan aburridos de las rutinas, que comenzamos a tener actitudes muy ásperas entre nosotros mismos. Algunos, los más calientes, se pajean mucho. O se empiezan a dar los jueguitos y bromas, que han llegado a ser violentas. Me entendés, ¿no?".
-Le digo que NO- A lo que contesta que en una oportunidad el advirtió como a un flaco que era como él y al que lo tenían loco con el tema de que era puto, en una de estas tareas de fajina, lo habían agarrado dos oficiales, sometiéndolo sin que el chico tuviera posibilidades de hacer nada, cuando intentó algo, le dijeron que se callara porque nadie lo iba a oír. No toman a cualquiera para esto, este chico tenía a la familia lejos y los oficiales se tenían a si mismo como testigos.

El tiro por la culata

Otra forma de interacción sexual de los militares es con hombres gays civiles. No es secreto que existen lugares de entretenimiento en los alrededores de asentamientos o destacamentos militares. Espacios de levante ya sea con hombres gays, travestis o transexuales.
Santiago, un sargento que fue dado de baja del Ejército Argentino por vivir con VIH, explica que muchas veces los militares, principalmente jóvenes que provienen de provincias del sur del país, pueden tener mujeres monumentales gracias a la fantasía que representan los travestis. "Cómo podría un muchacho bajito, moreno y pobre, relacionarse con una rubia exuberante, de grande tetas y culo monumental, si no fuera por las vestidas que se ligan en las discos a donde acuden militares".

En esos bares y discotecas, explica el ex sargento, se da el ligue entre militares y travestis o gays, quienes regularmente les invitan tragos para luego ir a algún hotel para tener sexo. "La noche, además de tener sexo y desahogar sus deseos, le aporta al soldado un complemento económico para su subsistencia; los salarios tan bajos de la tropa suelen orillarlos a la prostitución".

Pero el levante no necesita de espacios nocturnos, en los puntos de encuentros de la capital, es común ver a parvadas de soldados deambulando en sus días francos, como no queriendo la cosa, para ser vistos por hombres gays que acuden a los mismos lugares con el propósito de conocerlos y contactarlos. "Yo sé de varias historias de chicos que desertan para irse a vivir abiertamente la vida gay, pues descubren que en el Ejército de plano no podrían sobrevivir si realmente les nace ser gays", explica Santiago, quien se asume como hombre heterosexual y sin prejuicios hacia quienes son homosexuales.


A fusil pelado

Una encuesta centinela realizada entre julio de 2001 y julio de 2002 en Campo de Mayo, coordinada por el doctor Ramón Hernández , de la Secretaría de Salud de la Provincia de Buenos Aires, reveló que de 660 soldados encuestados, 88 presentaron alguna infección de transmisión sexual.

Entre los resultados de la encuesta se revela que las enfermedades más frecuentes fueron gonorrea, con 55 casos, herpes, con 12, y virus del papiloma humano, también con 12 casos. Además, se reveló un bajo uso del condón entre los soldados.

En una segunda intervención, seis meses después de la primera encuesta y luego de que los reclutas recibieran talleres de prevención, el estudio arrojó un descenso en las infecciones: gonorrea, 15 casos, herpes genital, cinco, y virus del papiloma humano, sólo dos. de acuerdo con el doctor Hernández no se reportaron casos de VIH/sida. De los resultados se desprende que "diseñar estrategias educativas dirigidas a todo tipo de población vulnerable a las prácticas de riesgo, disminuye su nivel de vulnerabilidad".

Los altos mandos, acorde con su vocación de control y disciplina, establecen cuándo existen posibilidades de contacto sexual entre la tropa, lo que hace pensar en los criterios con que determinan esos periodos; al mismo tiempo, entregan condones sólo a quien los solicite, aunque, como comenta Gabriel, "si les pedimos nos miran mal, como preguntándonos con quién pensamos usarlos".

Según un informe realizado por ONUSIDA, los soldados entre 18 y 29 años de edad son entre tres y cinco veces más vulnerables a contraer el VIH/sida que los jóvenes civiles de su misma edad. El estudio destaca como los principales factores de riesgo el hacinamiento, la severidad de su trabajo, y la separación de su núcleo familiar por largas temporadas, lo que hace a los soldados proclives a mitigar su ansiedad sexual en ambientes de consumo de alcohol y drogas.

Las relaciones homosexuales, en ese contexto, no son vistas como prácticas de riesgo. Como demuestra el testimonio de Ariel quien se asume a salvo porque eyacula fuera de su pareja masculina, muchos militares no conciben que el sexo anal sin condón pueda representarles un peligro. Para ellos, el riesgo de infección por VIH, como la homosexualidad, es asunto de los que se dejan penetrar. Entre camaradas, entre "machos", no hay más peligro que los mandos, por eso hay que cuidar que todo siga en el secreto, en el "dejar hacer".

www.sentidog.com / http://lamandinga.blogspirit.com

martes, 13 de diciembre de 2005

Susana Rinaldi


"Siempre fui tildada de gran provocadora"

Saco largo y claro sobre vestido floreado, zapatos de taco alto, anteojos oscuros con marco blanco; aros, collares y anillos delicados: todo en Susana Rinaldi —su sonrisa, el modo de apoyar el mentón sobre los nudillos— tiene un aire elegante y, a la vez, vehemente y cercano. Acaba de llegar a un hotel cinco estrellas de Barrio Norte. Viene de un programa de televisión en el que debatió con otras invitadas: "Acá todavía no nos acostumbramos a pensar distinto", asegura, más cerca de la constatación sociológica que de la queja. En un rato tendrá una reunión con gente de la Unesco; después, una función de Hoy como ayer: su ímpetu, arriba y abajo del escenario, no muestra el menor rastro de los 70 años que cumplirá el 25 de diciembre.
Durante mucho tiempo resultó temible para los periodistas por su carácter: el alerta corría entre los entrevistadores. Ahora, conversar con ella es un ejercicio grato: jamás será una mujer dócil, pero sí afable. "Te lo resumo. En Hoy como ayer digo: Digo siempre la verdad y así me va. Mi hermana me asegura que a veces tengo un tono de mierda: es que hay lugares comunes y situaciones que me hartan, mi irritan. Pero modifiqué muchísimo la forma de decir las cosas. Es probable que haya tenido maneras altisonantes: primero, como autodefensa; después, como una forma de que nadie se atreviera a interpelarme desde un lugar inconveniente entre comillas".

En 1982, cuando volviste de Francia para hacer "Hoy como ayer", en dictadura, un "mal" (cáncer) invadía el cuerpo de María Elena Walsh y otro al país...
Como dijo María Elena de su enfermedad: "Yo estoy pasando un proceso".

¿Cuáles eran tus sensaciones en ese regreso? ¿De resistencia, de confrontación?
De desafío. Uno, saber "interpretar", en todas las acepciones de esta palabra, a María Elena. Otro, volver a un país con el que estaba profundamente enojada. Sabía que con el espectáculo iba a provocar. Siempre fui tildada de gran provocadora: algunas veces lo fui intencionalmente; otras, por el mero hecho de estar. No ser aquiescente ya era una gran provocación. Hay gente que me ha colgado el sayo hasta hoy, sobre todo ciertos medios.

¿Qué tipo de sayo?
El de decir No me gusta cómo habla Susana Rinaldi; desde un lugar de no condicionamiento. Me imagino cómo habrán sufrido los torturados, los mancillados, los rotulados, los caratulados por un sistema que no perdonó a hijos que, de un modo díscolo o no, pretendieron otra visión del país.

En 1982, después de haber hecho durante cinco meses "Hoy como ayer", con éxito, vos también te enfermaste...
Sí, quedé nocaut. Fue demasiada energía desplegada. Cada función era como un rito: trabajábamos, en el Odeón, como si estuviéramos a puertas cerradas. Me amenazaban: con llamadas, con matones que me prepoteaban en el estacionamiento. Me sentía una especie de Juana de Arco. Una vez en el Olympia de París dije: "Si alguna vez tienen que volarme de un tiro, que me vuelen". Y entonces sentí muy cerca a Julio Cortázar, que me dijo: "En todo caso, ese tiro nos vuela a los dos".

¿Temías que aquella resistencia se transformara hoy en mera nostalgia?
Para nada. Nunca fui nostálgica ni lo seré. Con Hoy... quería rescatar cierta memoria en tiempos en que necesitamos reflexionar. Me preguntaba si habría coincidencia con el público, y por suerte la hubo. No necesitaba aplausos sólo por vanidad, sino para saber que el mensaje era compartido.

En la primera puesta tenías 46 años; ahora estás por cumplir 70. ¿Qué cambios sentís en el plano personal?
Que digo palabras con mayor peso. Antes era una fiera. Sentía una gran desesperación; desesperación que me hacía ser demasiado enfática. Ahora puedo decir las mismas cosas sin ser hostigadora. Dejé atrás mi fama, ganada con razón, de intolerante.

¿De dónde provenía la desesperación?
De la sociedad que convalidaba una dictadura, del algo habrán hecho, del no te metás. Del taxista que veía a un pibe y decía: Yo a éste le cortaría el pelo. Los que no eran canas ni milicos hablaban como ellos. Había un desprecio general por la vida y por el pensamiento distinto, sobre todo si eras mujer.

¿Sentías esa discriminación también dentro del ambiente conservador del tango? Recuerdo que una vez el Polaco Goyeneche me dijo: "El tango del guapo denigra a la mujer".
Por eso, yo siempre elegí cuidadosamente mi repertorio. El tango también puede ser contestatario. El tema es qué les permitían cantar los empresarios de la época a Rosita Quiroga o Sofía Bozán. De todas maneras, mi mamá cantaba tangos en casa: mi primera reivindicación es para ella. El tango no está hecho solamente por y para hombres: hay que rescatar a muchos y muchas intérpretes olvidados. En otro plano, el tango me salvó: me permitió estar unida a mi gente cuando me expulsaron del país, en el 75, cuando hacía Dale nomás, y me permitió abrirme camino en Europa.

Hablamos de tu cumpleaños: es el día de Navidad. Sé que eso es traumático para vos...
Es una experiencia dolorosa. Una tiene una competencia feroz (ríe). Y recibe un regalo en vez de dos. Recuerdo las reuniones familiares: entre los festejos de Nochebuena y Navidad, quién se iba a acordar de esa muchachita a la que hubiera sido bueno hacerle una torta de cumpleaños. Pasaron años hasta que pude tener una torta de cumpleaños. Me acostumbré a festejar por las mías.

También te resultó difícil construir tu identidad. Tus padres esperaban un varón y, además, el nombre te lo eligió una enfermera y tu padre no estuvo después de acuerdo, ¿no?
Sí. Mi mamá, una gran persona, que sostuvo y respaldó a mis hijos en mi ausencia, evidentemente creía que mi viejo quería un varón. Cuando se conocieron ella era una chica joven y él, un viajante de comercio, viudo, que ya tenía cuatro hijos varones. Creo que mi papá iba a sentir una gran alegría al saber que tendría su primera hija. Pero mamá, andá a saber por qué, no pensaba eso: planeaba llamarme Guillermo; menos mal que no me puso Guillermina.

Cuando naciste tu papá no estaba. Fue la enfermera la que eligió Susana.
Le dijo a mi vieja: "¿Por qué no la llama Susana Natividad? Y así fui anotada. Pero mi papá, después, quiso que me llamara Inés, el nombre de su madre. Y así me llamaron durante nueve años, hasta que nació mi hermana, a la que le pusieron Inés. Un tío me siguió llamando así incluso después. Increíble. Quiero aclarar que mi mamá siempre me adoró, me sostuvo; respetó mis decisiones. En cambio, si mi padre no hubiera muerto joven, dificílmente yo habría sido artista.

¿Por qué? ¿Era autoritario?
No. Era muy tierno; recuerdo su calidez, su mano acariciándome la cara. Pero pertenecía a una familia rigurosa, con conceptos demasiado cerrados respecto al valor que la sociedad le daba a la mujer. Tenía un extremo cuidado conmigo, pero no un rigor excesivo.

Volvamos a la música. ¿Te gustaría hacer algún espectáculo con Osvaldo Piro, tu ex marido?
Sí. Es una asignatura pendiente que a lo mejor tenemos con el público. En los años 70 fuimos dos grandes provocadores y ganadores, cada uno en lo suyo. Yo no tendría inconvenientes; habría que preguntarle al maestro. Los dos somos muy fuertes en escena; a lo mejor él piensa que el bandoneón es un instrumento avasallante y cadenero, y que a mí me costaría ceder palmo. No es así: sólo se trataría de compartir...

Hace muchos años te preguntaron por el matrimonio y contestaste: "Una empieza siendo esposa y termina siendo madre de su marido".
Y eso no me gusta nada. Tampoco les gusta a los hombres: por eso son tan reacios al casamiento. Hay algo en la mujer, a nivel inconsciente, que la hace pasar del lugar de la amante, de la compañera, al de madre. ¿Qué tenés? ¿Qué te pasa?: debe de ser absolutamente insoportable para el hombre. Cuando la mujer se acostumbra a lavar calzoncillos y no puede decirle al marido ¿Por qué no vamos a tomar algo afuera? Llevame a pasear... Hay un tango que dice "Dame la mano y vamos ya".

Me sorprende lo que decís siendo feminista. Esperaba que me dijeras que el hombre obliga a la mujer a comportarse maternalmente...
¿Sabés que no? Yo defiendo los derechos de la mujer exigiendo igualdad de posibilidades. Critico a los hombres que usan su poder para discriminar. Yo tengo un hijo (Alfredo) y una hija (Ligia); ambos son artistas, pero no tienen las mismas oportunidades. El poder, el de la Iglesia, el político, ha determinado que la mujer es un costado menor del hombre, una costilla, y que lo seguirá siendo. Cuando estaba haciendo el juicio de divorcio y tenencia de los chicos, un juez me dijo que yo sostenía cosas "inconvenientes". ¿Por qué? "Por los prejuicios", me contestó. Un juez no debería hablar nunca desde el pre—juicio, no debería juzgar de antemano.

¿Tuviste, más allá de este juez, muchos problemas con los "pre—juicios"?
Sí, de todo color y forma. En todos los ámbitos. Decís que sos defensora de los derechos de la mujer y automáticamente pasás a ser lesbiana. A veces ambas cuestiones van juntas y a veces no. No siempre las lesbianas defienden los derechos de la mujer. Hay que analizar, pensar; no dejarse llevar por antipatías ni confabularse contra alguien de una manera grotesca.

De todas formas, ser lesbiana no tiene absolutamente nada de malo.
Claro que no. Pero el rotular, cuando tenés hijos y se están formando... Hay que procurar que el discernimiento diario de tus hijos no se vea de pronto interrumpido por facturas que te pasan por ser una persona pública.

¿Pensás que a tus hijos les pasaron facturas por enconos contra vos?
Estoy totalmente segura. Una vez Ligia contestó algo que me hizo adorarla. Yo estaba viviendo en París y un periodista le preguntó: ¿Con quién vive tu mamá? ¿Vive sola? Ligia, que nunca habló sobre eso conmigo, le dijo: "Qué increíble que te interese saberlo. Vos, en realidad, me estás queriendo preguntar si mi mamá es lesbiana. Y nunca me vas a preguntar si mi papá es puto". Me sentí maravillada por tener una hija que contestara así. Por otra parte, una tiene que mantener sus principios, su moral, su ética y obviar todo tipo de palabras dichas a destiempo. Respetando, sin miedo y sin intolerancia, a los que piensan distinto: lo que hablábamos al comienzo de la nota.

Miguel Frías Diario Clarin / Argentina / 2005

domingo, 4 de diciembre de 2005

Bajo la sotana


El pudo ser padre, cura, sacerdote, un alma entregada a Dios. Pero no. No quiso. Era un chico rubio, de ojos verdes, metro ochenta, setenta kilos, un seminarista brillante, adorado por el entorno del Opus Dei cordobés que lo había elegido como un posible numerario de la conservadora orden católica, cuando el amor por otro hombre comenzó a cambiar su destino. Ya no sería un sacerdote, ya no predicaría la palabra divina. Si hoy mismo ocurriera aquella historia, a nuestro hombre, ya grande, crecido y doctorado en Estudios Culturales en una universidad extranjera, ni siquiera le hubiera tocado decidir, optar por vivir el sacerdocio o no. El último martes, el Vaticano hizo público de manera oficial el documento en el que fija los límites para los muchachos que pretenden ser curas: les recomienda a los directores espirituales responsables de seleccionar a los “candidatos idóneos” que dejen afuera a todo aquel que muestre una firme tendencia en el deseo por otro hombre. Y algo inédito: se enfrenta a “la cultura gay”. De fondo, como un tibio viento del norte, campean los abusos a cientos de niños norteamericanos y de todo el mundo. La historia de nuestro hombre comienza hace unos años, cuando su confesor le rozó por primera vez la mano, de manera casual, una tarde de primavera.
O antes. Sí, un tanto antes, cuando sus abuelas catamarqueñas lo iniciaron en la práctica de la misa diaria y lo anotaron en un colegio que a pesar de ser público, laico y gratuito, lo obligaba a confesarse cada semana. Y los retiros espirituales en la montaña, donde el silencio se podía tocar con la angustia del aburrimiento. De familia católica, de padres burgueses, porteño pero radicado en el interior, nuestro hombre creyó desde siempre. A los dieciocho años, egresado con las mejores calificaciones, se convirtió en el alumno predilecto de los profesores en una universidad jesuita. Allí lo detectaron los varones del Opus Dei. Se dejó seducir, dice, por esa estética de limpieza sacra, de actos privados tan cuidados como el detalle de terciopelo y oro que custodia las hostias en el interior de los sagrarios. Le gustaba esa misógina comunidad de hombres en la que, cuando ellos iban a entrar a una habitación, si había mujeres adentro, debían tocar una campanilla para que se retiraran. El Opus lo eligió como un posible numerario (un miembro de número), alguien que debía optar por el voto de castidad, la vida en comunidad, la misa en latín, el humo que sale de los incensarios. Y al mismo tiempo la posibilidad de estudiar en las mejores universidades del mundo, abrazado por la hermandad.

Los confesores

Tal era la virginidad de nuestro candidato que a sus diecinueve años, aun en el círculo de actividades sociales que los miembros del Opus le diseñaban cada semana, no conocía, no tenía siquiera noción de lo que era el placer sexual. Tal era su inocencia que su propio confesor se mostraba sorprendido. Una vez le dijo: “Yo confieso todo tipo de gente. A vos te confieso nimiedades. Sin embargo, ellos se van a salvar y vos no”. Nuestro muchacho, sin pecado, se sentía un paria: “La lógica del católico no es que no peques, sino la redención. No quieren ángeles, quieren fieles. Si no, no funciona el esquema, que es que puedas pecar todo lo que quieras y Dios te va a perdonar. Siempre hay un proceso de culpa, remisión, perdón. Y otra vez: pecado, culpa, remisión, perdón. De manera que siempre estás necesitando salvación”.
Pero el entonces futuro sacerdote tardó un poco en comprender a su confesor. Tardó casi tanto como lo que le llevó comenzar a escapar del orden marcial del Opus, de su concepción teológica ultramontana, para preferir la reflexión de los jesuitas, y dentro de esa orden, de los más cercanos a la teología de la liberación. Fue, otra vez, una de las carcamanas tías catamarqueñas, la que le aconsejó a su nuevo oído cristiano: un confesor de 30 años, lleno de virtudes, sobre todo la inteligencia y la claridad discursiva. Nuestro chico pasó entonces a confesarse en la semioscuridad de una iglesia pequeña, ante un sacerdote sin sotana, de barba, más parecido a Jesús, con esos ojos grises que desde el primer día lo miraron sin misericordia.

El proceso

El no conocía el contacto personal. Por eso retiene en la memoria los primeros roces. “La caricia distraída”, la nombra. Comenzó a gustarle. Al oído atento, a la conversación religiosa, a los devaneos sobre teología moral, se les sumaba ese acercamiento afectivo que lo desconcertaba, pero que lo atraía. “Fue un proceso de un año. Comenzamos a salir.” Iban al cine, a ver películas que de tanto en tanto les mostraban en pantalla un beso ajeno, una historia de amor entre hombres y mujeres, tan lejana a la que no se podía dar entre ellos. Nuestro hombre sólo había tenido fantasías con varones, pero inmerso en el camino hacia el sacerdocio desde tan pequeño no conseguía imaginar el sexo real. Era racional y se había intelectualizado al extremo. El camino de la seducción fue lento. De pronto, un día, en la oscuridad de una première, el padre le tocó la mano. El no corrió la suya. El padre le tomó la mano. Así se quedaron a lo largo de la película, entre la vergüenza, el placer y el pecado. “Yo sabía que me seducía, y me dejé seducir, no fue nada forzado en ningún momento.”
El seguía vistiendo con la pulcritud del candidato a numerario del Opus. La remera de marca, planchada como un billete nuevo. El pantalón con la raya perfecta. El pelo, a un costado, como el último de los Harry Potter. Los lentes de marco fino. Su nuevo confesor, en cambio, al mejor estilo cura villero lo acicateaba: que por qué tan formalito, que por qué no una remera gastada, una camisa abierta y la cruz en el pecho. Parecían una extraña pareja en esas tardes cordobesas en que solían ir a la peatonal a tomarse un helado.
Ese idilio casi platónico tenía destino cierto. “Hubo un momento de fuerte seducción en el que ya no pudimos frenar el deseo y empezamos a besarnos. Yo ya estaba muy enganchado. El no paraba de hacer cosas muy sensuales.” El padre, quien ante su confesado no reconocía experiencia anterior con varones, sino apenas un escarceo con mujeres, tenía sus técnicas. De hecho, la estética sacra ayudaba. La iglesia en la que daba misa era muy oscura. Nuestro muchacho se sentaba en las filas del fondo. El padre, tras la comunión, saludaba a los fieles. Se acercaba, caminando, ahora sí con sotana, por el pasillo central, desde el púlpito. Cuando llegaba a él le daba un beso lento justo en la comisura. Lo extasiaba.

El temblor

¿Y la santa madre Iglesia? ¿Y la conciencia?
–¿Sentía que hacer eso lo inhibía para hacer el sacerdocio?
–Para mí era muy conflictivo. Yo llegué a pensar en meterme al sacerdocio sólo para estar en el mismo convento. Desde mi racionalidad tuve un último momento de fortaleza cristiana donde pensé “esto hay que pararlo”. No puede seguir para él ni para mí. No habíamos concretado. Sólo besos y manos. El me agradeció ese renuncio, yo me ponía por sobre su conducta desbocada.
Pero esa noche la locura pareció llenarlo. No pudo dormir. El cuerpo le temblaba. En sus disquisiciones, pensaban en los temblores analizados por Wilheim Reich, el científico que descubrió la lógica de la energía cósmica. Era un espasmo en el que parecían estallar todas las represiones de su vida. Era como un Parkinson descontrolado en el cuerpo de un adolescente. Al día siguiente volvió a verlo. El confesor, a hurtadillas, lo hizo pasar a los fondos del convento. En silencio llegaron a la celda de clausura, allí donde nadie, ningún ser humano, excepto el monje, puede ingresar. Tras las rejas hicieron el amor. El, por primera vez en su vida. Como si lo hubieran practicado siempre.
Astuta, inteligente, sabia, la Iglesia supo que a ese sacerdote debía trasladarlo. Nuestro muchacho lo supo con la desazón de una Camila O’Gorman en el momento de la huida hacia el campo. Desconsolado, enamorado, decidió decirle todo. “Entonces le escribí una carta. Yo era muy racional y discursivo: fueron diez páginas.” La respuesta del padre desde el nuevo convento fue corta: “No se necesitan diez páginas para decir te quiero”.

El perdón

Hasta allí la historia de amor, que no es poco. Pero qué pasaba con este candidato a cura, con esta conciencia extrema tras el temblor. “Me costó cuatro años volver a coger con alguien. Seguí por la senda de la castidad. Y durante esos cuatro años fue muy complicado para mí conciliar mi sexualidad con la Iglesia. Había sido muy lesivo seguir durante un año siendo un hijo de la Iglesia, un posible sacerdote y, al mismo tiempo, tener una relación homosexual con él.”
–En el documento del Vaticano hablan de inmadurez, al referirse a que un gay no es idóneo para ordenarse.
–Lo cierto es que el seminario siempre fue una alternativa válida para los chicos que tenían otra tendencia. Las instituciones religiosas históricamente fueron una vía de fuga para poder vivir el homoerotismo.
Era muy común y está muy documentado lo que ocurría en los conventos. En mi propia tesis doctoral he investigado el homoerotismo en Río de Janeiro durante los últimos siglos. En ese sentido, el convento era uno de los territorios más comunes. La misma Iglesia habla mal de algunas órdenes, como la de los jesuitas, cuando fueron expulsados: hay un famoso relatorio que da cuenta de lo que pasaba en los conventos, da nombres sobre las peleas que había por determinados mulatos.
–Todo lo que cuenta también se lo contó a su confesor...
–Claro, él no fue más mi confesor, no soportaba la idea de comulgar de la mano del tipo con el que me acostaba. Lo hice con otro, muy inteligente. Podría haberme dicho que había que cortar ya ese vínculo, pero fue muy astuto y dijo: “Esto va a pasar. Yo te voy a absolver igual. Venite a confesar todas las veces que sea necesario”. Entendió el momento de la pasión. Hay un punto donde tu voluntad escapa. En lugar de cortar con la Iglesia, me hizo esperar, y con la Iglesia seguí.
La correspondencia se puso tensa después de aquella carta de una sola frase. La siguiente declaración del sacerdote fue: “A mí me gustás mucho sexualmente, pero yo no te amo”. Fue el cierre que intentó darle a esa relación prohibida. Pero cada mes había un viaje, y en cada viaje un encuentro. La relación continuó durante un año y se fue transformando en un clandestino revolcarse lejos de la ley del Padre.
“Fue bastante cruel durante ese tiempo. Hasta que aprendí que no era el sexo lo que me había enamorado. Era hermoso el sexo, pero necesitaba eso otro, que no podía darme. Corté. Preferí dejarlo para siempre.” Al año siguiente, para las Fiestas, por estas fechas, a comienzos de diciembre, nuestro chico recibió una nueva carta con remitente de un convento. “Se había dado cuenta de que me quería. Me invitaba a que me fuera de vacaciones con él. Nunca le contesté. Ni sí, ni no. Durante años, él me siguió haciendo la misma propuesta.” Todos los diciembres. Cada verano.

Cristian Alarcón
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jueves, 1 de diciembre de 2005

Grandes putas del cine


El impacto de Nicole Kidman en Moulin Rouge ha despertado en Feinmann un mundo de sensaciones, pero sobre todo una imperiosa necesidad de rendir homenaje a las más célebres cortesanas del celuloide. Urgido por recordarlas a todas, Feinmann va de Garbo y la Taylor a Julia Roberts y Kidman, para descubrir el destino que Hollywood le depara a las más putas: la simpatía de la Academia y una muerte que las vuelve puras.

Greta Garbo en La dama de las camelias

"Puta sin tuberculosis es puta, pero no tanto", suele decir un amigo mío y piensa, siempre que lo dice, en La dama de las camelias y en el tango "Griseta". La divina Garbo instala ese modelo de mujer pálida, consumida por la cruel enfermedad del romanticismo, pero acaso más consumida por sus pecados que no han cesado ni cesarán hasta el día del escupitajo final, si se me permite decirlo así. Uno la ve a la "divina" y muy prostituta no da. Era un poco gélida la Garbo. Le salía mejor decir "Quiero estar sola" que "Quiero coger". La primera frase la dice asiduamente en Grand Hotel, la segunda no la dice en La dama de las camelias, pero se supone que debía decirla pues era ese oficio, el de coger por dinero, el que ejercía. Sin embargo, antes que una puta, antes, incluso, que una prostituta, la Garbo se ve aquí como una cortesana.

Pero Garbo era Garbo, sabía hacer las cosas, les entregaba cierta eternidad. Su modelo de prostituta ha permanecido. Es la mujer que desborda sabiduría, conocimiento de la vida. Es protectora y capaz de enamorarse. Es frágil pero soporta en secreto su condena. Tose y se lleva el pañuelo a los labios, disimulando. Así, su enamorado, Armand (Robert Taylor), no se entera de esa condena y la ama como si ese amor fuera a durar siempre. La historia es triste y establece la dura condena que la ficción descarga sobre las prostitutas: el verdadero amor les está vedado. Garbo muere en brazos de Armand y su muerte es uno de los instantes más sublimes del cine.

Para el tango son, además, francesas. Puta, francesa y tuberculosa son casi lo mismo. "Ando con una francesa", expresaba clase y poder para un porteño. Francesa era sinónimo de cortesana. Y una cortesana es una puta fina, es decir, una puta francesa. Pobres prostitutas. Condenadas a morir sin conocer el amor verdadero, o a sufrir -.si lo encuentran- la condena de no poder gozarlo.

Marlene Dietrich en El ángel azul

La película de la Dietrich es de 1930, es anterior a la de Garbo, pero no me interesa la cronología sino el diseño del personaje en cuya búsqueda estamos. Ese personaje es la prostituta y pocas lo encarnaron con la agresividad de Marlene en la película de Josef von Sternberg. Ella, Marlene, se llama Lola Frohlich y le dicen Lola-Lola. Tumultuosa y sexual, habita entre la niebla decadente del cabaret de la República de Weimar. Cierta noche, la ve y la escucha cantar un profesor que tiene el mismo nombre que Kant, pues se llama Immanuel, Immanuel Rath. Todo el film gira en torno al conflicto entre lo racional y lo irracional. El ángel azul se filma tres años antes del ascenso de Hitler al poder y narra la humillación de la inteligencia, de la cultura, de la razón por lo irracional, lo vital, lo corporal, lo sexual. Lola-Lola es bellísima, tiene lujuria para cantar, para moverse y -como si fuera poco- se mueve con las piernas de Marlene Dietrich, que, lo sabemos, son maravillosas. Rath cae literalmente a sus pies. Pero ella -que es mala como el pecado- lo desprecia, lo somete, infinitamente lo humilla. En el final, el profesor llega al aula vacía de la Universidad, se sienta al pupitre desde el que dictaba sus clases, se aferra a él y queda así, muerto. Recuperar su dignidad fue morir.

Lola-Lola no es el Mal, es el Pecado. Que no son lo mismo. LolaLola es la tentación, la lujuria, la exaltación de la corporalidad, el sexo como libertad y como júbilo. Lola-Lola es, en suma, más fascinante que el profesor Rath. O encarna cosas sin las cuales (sin la experiencia de las cuales) no puede decirse de ningún hombre que sea inteligente.

Y desde aquí entender que esa cabaretera, esa cantante que dice "estoy hecha para el amor de la cabeza a los pies", expresa la eterna seducción que la barbarie tiene sobre la inteligencia. La seducción del vértigo, de lo irracional, de lo prohibido, de lo que se niega, de lo que se teme, de lo bárbaro entendido como lo Otro, como lo ajeno a la conciencia. Así, en su figura final, Lola-Lola es el inconsciente freudiano y el racionalista profesor Rath prefirió morir antes de enfrentarlo, antes de asumirlo, antes de admitir que Lola-Lola era él.

Madonna en Evita

La interpretación tradicional de las prostitutas es la que las perdona -purificándola- por medio de la muerte. Pensemos en la película de Parker-Madonna. Nadie duda de la unidireccional lectura que el film hace de Eva Perón: una chica de pueblo que utiliza su cuerpo para arribar al poder. En suma, una prostituta tramada por la ambición. Su primera "conquista" es la del cantante Agustín Magaldi, a quien usa para llegar a Buenos Aires. También se insinúa que la madre de Eva (Doña Juana) regentea un burdel en el originario pueblo de Junín. Evita creció en un prostíbulo. Evita llega a Buenos Aires y su ascenso inescrupuloso sigue su rumbo. Su cuerpo es siempre su instrumento. De esta forma, conquista a empresarios radiales para hacerse actriz y a militares para acercarse a su meta más ansiada: el coronel Perón. En una fiesta, junto a uno de estos militares (un peldaño más en su carrera vertiginosa e impúdica), la encuentra Agustín Magaldi, quien ha animado la reunión con algunas de sus viejas canciones. Evita le dice: "Veo que tu número no ha variado demasiado". Magaldi le echa una ojeada al milico que la acompaña, luego la mira y dice: "Veo que el tuyo tampoco". O sea: "Nena, seguís siendo la misma puta de siempre". Todos estos episodios están subrayados por un curioso personaje que interpreta Antonio Banderas. El tipo habla pestes de Evita durante todo el film: es una arribista, una ladrona (se roba la plata de la Fundación), una represora, una dictadora, una demagoga, una enemiga de la gente decente y de la democracia. No obstante, la acusación que permanece del principio al fin es la de "prostituta". Es mala porque es puta. Y se acabó.

Pero Evita (como adecuadamente deben hacerlo las putas en los folletines) se muere. No de tuberculosis, de cáncer. Y no sólo se muere, sino que agoniza. Largamente la vemos morir. Tan largamente como a la Garbo en La dama de las camelias. Y ya se sabe: la muerte purifica todos los pecados. Hasta los de las prostitutas. Hasta los de Eva Perón. Así, durante la escena del sepelio, Banderas o Juan Pueblo, se acerca respetuosamente al féretro y... lo besa. El Pueblo ha perdonado a la Evita-Puta porque la Evita-Puta -tal como corresponde a una puta hecha y derecha, que sabe saldar sus deudas- sufrió como una perra y al final se murió. Que descanse en paz. Ahora es buena. La puta buena es la puta muerta.

Lo que el viento se llevó y El Gatopardo

Nadie recuerda a Ona Munson. En un mundo que no recuerda a Kafka o a Melville o a Berg puede aceptarse sin mayor dolor el olvido de Ona. Sin embargo, hizo la prostituta de Lo que el viento se llevó. Ona Munson hace Belle Watling, la rumbosa prostituta de Atlanta, amiga de Rhett Butler, el amor imposible de Scarlett O'Hara. Belle Watling es la prostituta buena, generosa, que ha hecho dinero y sabe dar cobijo. Rhett Butler (Clark Gable) busca en su destellante prostíbulo satisfacción a sus desbordes vitales. Rhett nunca puede tener a Scarlett: ella siempre amará a Ashley Wilkes. Pero ahora hablaremos de Belle Watling. La prostituta que se ennoblece por la caridad.

Rhett se divierte en el prostíbulo de Belle. Hasta le regala uno de sus hermosos pañuelos de bolsillo. Belle es abundosa, vital, se desborda una y otra vez. Nadie la quiere, nadie la acepta entre la gente decente de la aristocrática ciudad de Atlanta. Cierta noche, en medio del inminentedesastre, de la inminente derrota, Belle se allega al Hospital donde agonizan cientos de soldados sureños. Quiere dar dinero. La desdeñan, la echan. Alguien, sin embargo, la llama: es Melanie Hamilton (Olivia de Havilland). Melanie no sólo representa la exquisitez de la mujer sureña, también está urdida por una bondad infinita. Le pregunta a Belle para qué ha venido. Belle dice que quiere ofrecer una suma de dinero para el hospital. Alguien, coherentemente, le grita: "¡No queremos su dinero!". Melanie impone silencio y le dice a Belle que sí, que ella aceptará su dinero, y que aprecia su bondad. Belle dice que no lo hace porque es buena sino porque es una buena confederada.

Belle diseña otro aspecto de la prostituta en el cine: se la termina aceptando porque es generosa, porque contribuye a una buena causa y porque, también, entrega diversión y vitalidad a un Rhett Butler que no puede encontrarlas en otro lado. Es la prostituta que consuela a un héroe solitario, que sufre de amores no correspondidos. Belle prefigura a otra entrañable prostituta que entregará (en un film tan inolvidable como Lo que el viento se llevó, pero superior) Luchino Visconti. Todos sabemos que -.en El Gatopardo, 1963- el príncipe Fabrizio Salina (Burt Lancaster) besaba, todas las noches, en el lecho matrimonial, a su muy católica esposa. Todos sabemos que luego ella se santiguaba. Sin embargo, cierta noche, amparado por un cura cómplice, el príncipe sale de su casa, recorre algunas callejuelas, se separa del cura y continúa su marcha hacia una puerta en la que golpea imperativo. La puerta se abre y aparece una mujer hermosa, sensual, con un pelo negro que le cae en cascada y unos ojos que brillan desbocados de lujuria. Echa sus largos brazos al cuello del príncipe y con una voz susurrante y espesa dice: "Principone mío". El príncipe Fabrizio entra a la casa y todos sabemos que esa noche nadie se va a santiguar por causa de sus besos.

Elizabeth Taylor en Una venus en visón

La Taylor tiene una gran escena en este film. La escena es grande porque es valiente, porque es inusual que una estrella se anime a hacerla. Pero Liz quería ser mala en esta película. Acaso el negocio de la película radicara en eso y todo estaba planeado, cómo no. Liz había hecho cosas terribles en la realidad. Entonces Liz hizo dos cosas: se enfermó (siempre estaba enferma la Taylor), le hicieron, creo, una traqueotomía y luego filmó Butterfly 8 (Una Venus en visón), film que dirigió Daniel Mann basándose en una novela de John O'Hara. Liz, aquí, se llama Gloria Wandrous y está en busca de esoque las mujeres yanquis llaman "Mr. Wright" y parece que no existe. En tanto busca a "Mr. Wright", Gloria Wandrous se entretiene como call girl. La gran escena es esta: enfrentada a Laurence Harvey (quien intenta ser "su" hombre en la peli, sin conseguirlo), le narra un hecho de su infancia. Su padre la violaba. Tenía un padre obstinado por el incesto que la violaba sin cesar. Todos creemos que Liz llorará con inabarcable dolor. Así también lo espera Harvey, dispuesto ya a abrazarla y darle consuelo. Entonces Liz grita: "¿Y sabes algo? ¡Me gustó! ¡Me gustó! ¡Todas y cada una de las veces que lo hizo me gustó!". ¿Qué tal? El papá la violaba y ella, ahora, confiesa descaradamente que le gustó. O sea, era puta desde chiquita la muy puta. La Academia, entonces, le dio un Oscar. Puta con Oscar, puta redimida.

Annie Girardot en Rocco y sus hermanos

Rocco tiene una desmesura trágica avasallante. Y la tragedia se encarna en Nadia, la prostituta que hace Annie Girardot. Annie era joven y terriblemente sensual cuando hizo Rocco. Tenía en la cara todo el dolor del mundo, pero también la furia, la inteligencia y el deseo de amar verdaderamente a alguien. Su amor será Rocco Parondi (Alain Delon, jamás como aquí) y ese amor será trágico, imposible. No hay retorno para Nadia. Es tarde y siempre fue tarde. El hermano de Rocco, Simone Parondi (Renato Salvatori, gigantesco en manos de Visconti, genial director de actores), la humilla ante Rocco, violándola con su pandilla de lujuriosos pendencieros. Ella, ahora, no se siente digna de Rocco. Vuelve a su profesión. Pero Simone no logra olvidarla y va en su busca. La encuentra en un paraje frío y desolado. Nadia llega con un cliente. Lo ve a Simone. El cliente huye. Nadia se recuesta contra un poste, esperando a Simone. Simone se le acerca con un puñal en su diestra. Ella abre los brazos, recibiéndolo. Será el orgasmo final, donde la muerte es parte del infinito placer. Y será, también, la inmolación. Simone la acuchilla. Ella cae, se arrastra por el barro y empieza gritar no quiero morir, no quiero morir.

Mira Sorvino en Poderosa Afrodita

El de prostituta es uno de los papeles más codiciados por las actrices. A una prostituta siempre le pasan más cosas que a una secretaria, a un ama de casa o a una profesora de literatura. Así las cosas, hacer de prostituta -como hacer de freak, de idiota o tarado conmovedor y en constante lucha contra la desgracia- suele ser un camino al Oscar. Mira Sorvino se lo ganó por Poderosa Afrodita. Woody Allen golpea su puerta y Mira abre. Le dice: "Vos debés ser mi cita de las seis y media". "Sí", dice Woody y entra. Luego ella le dice que tiene una cara especial, triste. Y define: "Tenés la cara de alguien que hace seis meses no se liga una buena mamada". Woody acepta, algo así, en efecto, le ocurre. Mira se larga a hablar de su profesión. Lo suyo, dice, es ser actriz. No hace mucho que lo descubrió, pero ahora, sin vueltas, está segura. Woody le pregunta cuándo fue que se dio cuenta, en qué momento. Mira se entusiasma y se desboca en la descripción: "Oh, sí, en qué momento. Bueno, estaba haciendo una película pornográfica. Y un tipo me la daba por detrás mientras yo se la mamaba a otro. Y ahí, ahí sí, ahí me dije: ¡Oh, Dios, lo mío es la actuación!".

Jodie Foster, la más joven de todas

Jodie tenía catorce años cuando hace Taxi Driver. No hay quien no recuerde su prostituta-niña. Esa frágil y perversa Iris Steensman sometida por el bizarro pimp que es Harvey Keitel. Pero, en ese año de 1976, Jodie hizo dos prostitutas. Y las dos fueron formidables. Una, Iris, que se dispone a abrir sin hesitación de ningún tipo el cinturón del letal justiciero De Niro para propinarle una fellatio. Y la otra es la Tallulah de Bugsy Malone, película discutible, de la que se podrá decir lo que se quiera menos que Foster no estaba maravillosa y cantaba con enorme sensualidad "My name is Tallulah".

El papel de Iris en Taxi Driver consagró a Jodie y casi le da un Oscar. Lo dicho: en el cine, rinde ser prostituta. Los jurados de la Academia son muy sensibles a sus peripecias.

Jack el Destripador contra todas

Se sabe: Jack el Destripador era impotente o su madre había sido prostituta. Tal vez las dos cosas. El tipo las odiaba. Una película sobre Jack garantiza ciertas cosas: el clima neblinoso del Londres victoriano, cantinas con canciones alegres, callejuelas estrechas, miseria social y prostitutas despanzurradas. Muchos, secretamente, gozan con estos matarifes de mujeres. Es así: el mundo está lleno de misóginos e impotentes. Y cada mujer que Jack destripa es una víctima ofrecida al altar de esa modalidad de la, digamos, condición humana. Se encuentra cierta abyecta justicia en el escalpelo del destripador: que paguen esas malas mujeres, esas putas impuras. ¿O acaso Jack mataba a las señoras de la burguesía victoriana?

Clint Eastwood cabalga para salvarlas

El pueblo se llama Big Whiskey. Una pandilla de tipos malos le tajea la cara a una prostituta. Sus compañeras ofrecen una recompensa para quien haga justicia, ya que el sheriff del pueblo, un tipo que se llama Little Billy Daggett (Gene Hackman) y es un malvado de aquellos, no se ha preocupado por encarcelar a los responsables. El veterano Eastwood, que necesita esa recompensa, monta otra vez a caballo, convoca a un par de viejos amigos y cabalga hacia el pueblo. Pasarán muchas cosas. Pero Eastwood, finalmente, matará a Little Big Daggett y hará morder el polvo a quienes ultrajaron el rostro de Delilah, la joven, desdichada prostituta. Como todo verdadero cowboy que ha hecho justicia en un pueblo, Eastwood, en el final, decide irse. Y entonces ocurre algo excepcional. Porque Clint, en el centro de la calle del pueblo, antes de irse, sosteniendo un rifle insoslayable, les grita, amenazadoramente les grita a todos: "¡Y no molesten más a las putas!". Y ahí, recién ahí, se va.

Otras grandes, impecables putas

Compréndame: le dicen "el oficio más viejo del mundo", ¿cómo no habría el cine de estar profusamente habitado por ellas? Compréndanme: ¿cómo dar cuenta de todas? Compréndanme: a las que olvide (a las que necesariamente olvide) no será por considerarlas menos putas que a las otras, será porque necesitaría un libro, un largo ensayo, un tratado para cobijarlas. Ha sido tan transitado el oficio y es tan venerable y antiguo que hasta María Magdalena, famosa prostituta que trabajó primero en un best-seller (La Santa Biblia) y luego en muchas películas, lo ejerció en los tiempos originarios de la edad cristiana. Fue Martin Scorsese, sin embargo, el que más la hizo lucir, ya que en La última tentación de Cristo la Magdalena se da muchos gustos. Se apropia de Barbara Hershey (que estaba bellísima en este film) y con esas formas opulentas y lujuriosamente diseñadas de Barbara se apropia del mismísimo profeta de Nazareth y le hace pasar un rato formidable, motivo por el cual el film de Scorsese sigue prohibido en este país tan, tan, tan católico que la mujer del Presidente aún derrocha los escasos fondos de nuestro escaso Estado para hacer pesebres en la Casa de Gobierno. La estirpe de María Magdalena se prolonga, se prodiga en cientos de películas y bellas mujeres. Elijan: Susan Hayward en La que no quería morir, donde no sólo es puta Susan sino ladrona y mentirosa y fiestera y amiga de muchos malos muchachos, razón por la cual la meten de cabeza en la cámara de gas y luego le dan un Oscar que (seamos justos) Susan merecía hacía rato, sólo que no había advertido la simple, desnuda verdad: aún no había hecho de puta.

Bette Davis en Mujer marcada, donde la Davis, con su habitual intensidad, hace un tipo muy transitado de prostituta: la amiguita de los gángsters. Todas esas chicas, todas esas chicas, insisto, todas esas pibas que andan con los tipos del hampa, como la misma Cyd en el ballet tipo-Mickey Spillane de Brindis al amor, como Jean Hagen en La jungla de asfalto, como Gloria Grahame en Los sobornados, como Rita Hayworth en Gilda, como Jane Greer en Retorno del pasado, como Judy Holliday en Nacida ayer, como Jean Wallace en Gángsters en fuga, como tantas otras, todas esas chicas, insisto, son, con perdón, putas, y que nadie pierda el tiempo en demostrar lo contrario.

También es puta Theresa Russell en Prostituta, en medio de los sórdidos excesos de Ken Russell. También lo es Brooke Shields en Pretty Baby, notable film de Louis Malle. También Dolly Parton en La mejor casita de placer en Texas (a Dolly no le falta con qué hacer de prostituta). También Jane Fonda en Mi pasado me condena (Klute), un film en el que Jane estuvo como nunca, se ganó -¡desde luego!- un Oscar y dejó para todas las antologías del cine la secuencia en que está con un cliente, ahí, en la cama, co -según se suele decir- giendo, y jadea, y jadea y ya la presentimos llegando a un orgasmo espectacular y, de pronto, ella, siempre cogiendo y entre opulentos jadeos, mira el reloj... porque está apurada y otro cliente la espera. También la novia de Gypo Nolan, el desgarrado, patético delator dublinense de, precisamente, El delator, ese inmenso film de John Ford en el que Gypo entrega a su mejor amigo para sacar a su novia puta de las calles de esa Dublin llena de niebla y de miseria. También Michelle Pfeiffer en Los fabulosos Baker Boys, donde hace -.maravillosamente- de Susy Diamond, una ex call girl y cantante que se une a los dos perdedores hermanos Baker, se enamora de uno, de Jack (Jeff Bridges), y le dice que no la pasaba bien trabajando de call girl, salvo cuando la llevaban a las convenciones de fabricantes de jabón porque los tipos, por lo menos, "eran limpios". También Kim Bassinger en Los Angeles al desnudo, donde hacía de puta tipo-Verónica Lake, se lo levantaba a Russell Crowe, nada menos, ese machazo de California, y se ibacon él en un raro final feliz para una chica de éstas, felicidad que se prolongó en la siguiente entrega de premios de la Academia, ya que (adivinaron, sí) Kim Bassinger, que es una tronca fenomenal, también se ganó un Oscar haciendo de, digamos, chica promiscua.

También Betty Boop, que, como Marilyn, nunca fue santa. También Rita Hatworth en Lluvia, donde hace la Sadie Thompson, y donde el tema era el recurrente del hombre (un cura en este caso, José Ferrer) que quiere liberar a la prostituta de su pecaminosa existencia. (No consigue nada el cura: Sadie Thompson lo seduce, lo lleva al pecado y el pobre tipo se suicida.) También Giulietta Massina en Las noches de Cabiria, y también Shirley Mac Laine en la creativa remake de Bob Fosse, Sweet Charity, donde Shirley y Chita Rivero y Paula Kelly gloriosamente cantan y bailan una canción que dice una plegaria laica que suelen decir muchas prostitutas: "Tiene que haber algo mejor que esto". También Julia Roberts y Laura San Giacomo en Mujer bonita, donde la prostitución es un cuento de hadas y una gran mentira, porque no es, definitivamente, eso. Y también, por último, por concluir esto de algún modo, Nicole Kidman, bellísima, en Moulin Rouge, tan puta y tan tuberculosa como la Garbo en Camille, cosa que nos permite totalizar, cerrar el círculo y decirles adiós o mejor, ya que jamás podremos despedirnos, hasta luego, hasta cualquier momento y gracias por el viaje.

José Pablo Feinmann